Adaptar a William Shakespeare siempre es complicado, más que nada porque sus obras no eran precisamente sencillas. Algunos directores, como Akira Kurosawa o Roman Polanski, se enfrentaron a él con suerte bastante gratificante. Ahora, Justin Kurzel (director de la esperada Assassin’s Creed) se atreve con este Macbeth, que bien podría ser una precuela o spin off de Assassin’s Creed. Y el resultado es simplemente pasable. Pasable porque visualmente es prodigiosa y sus interpretaciones son única. Lástima que la cinta sea “intensa” y se auto goce de sí misma recreándose en diálogos o escenas que bien podrían haberse reducido.
Macbeth es una historia por todos conocida (o debería serla) en donde Macbeth sucumbe a la locura después de que tres brujas le profetizaran que un día sería Rey. Tanto es el gusto que tiene Macbeth por ser Rey que le da igual hacer lo que sea para conseguirlo. A grandes rasgos, y para quien no conozca la historia, esto es una pequeña sinopsis de Macbeth después, las traiciones, los celos y los miedos hacen mella en un hombre que tenía todo para ser importante pero que la ambición y su nublado juicio terminan por hacer sucumbir. Lo mejor de la obra de Kurzel es que es fiel 100% al texto de Shakespeare, aunque con ciertas licencias narrativas, pero el espíritu de la obra está. Almibarada por la espectacular fotografía de la cinta, la película podría haber sido una de las grandes adaptaciones de la obra. Lástima que todo se pierda.
Se pierde por las ganas que tiene Kurzel de respetar en cierta medida el texto original. Los diálogos en prosa o las metáforas consiguen que en muchos momentos nos perdamos con las cosas que nos quieren contar. Es tanto el empeño del director por hacer algo diferente que se olvida por completo de conseguir aunar todo lo que tiene entre manos. La proclamación de Macbeth es rápida y casi sin tiempo para asimilar nada. En su segundo tramo, ya con Macbeth proclamado, la cosa mejora y el descenso a la locura de nuestro protagonista está absolutamente bien amueblado y conseguido. Eso también se puede deber a que Kurzel se ha reunido de un elenco único.
Michael Fassbender (Slow West) y Marion Corillard (Dos días, una noche) son los auténticos genios de la función. Ellos consiguen que su Macbeth y Lady Macbeth perduren en la memoria. Sus escenas juntos, dejan ver la química que hay entre los dos actores, los cuales volveremos a ver en Assassin’s Creed. Él está fabuloso, un portento. Ella es oro. Su forma de concebir la maldad y plasmarla la suben a los altares. En definitiva, Macbeth podría haber sido mucho más de lo que es al final. Visualmente, es magnífica. Lástima que sus interminables escenas de diálogos sin ritmo rompan el esquema.
Lo mejor: Las interpretaciones y la fotografía.
Lo peor: Que en ocasiones es muy “intensa”.
Puntuación: 5/10