Cristian Mungiu (Más allá de las colinas) es sin duda uno de los mejores directores que podemos encontrar en el panorama cinematográfico actual. Ganador de la Palma de Oro en 2006 por 4 meses, 3 semanas y 2 días, ganador del premio al mejor guion por Más allá de las colinas y, ahora, ganador del premio al mejor director por Los exámenes. Los exámenes es una muestra más de la calidad del director que intenta crear controversia y conversación situando la película en una posición complicada, criticando situaciones cotidianas, pero sin entrar en valorar si lo que hace es bueno o malo, eso se lo deja al espectador. Cristian Mungiu crea una historia de corrupción en donde lo corrupto no tiene nada que ver con cosas políticas, sino con un padre de familia que hará todo lo posible por que su hija apruebe los exámenes finales, a pesar de suceder algo en la vida que tendría que tener más importancia. Una película soberbia.
Cristian Mungiu siempre ha realizado en todas sus películas algún tipo de crítica sobre lo que sucede en el mundo o ha sucedido, pero siempre de forma contemporánea. En Los exámenes realiza quizás una crítica bastante dura a la corrupción, pero en la política, sino la que se puede vivir día a día en la sociedad, una sociedad que ve como sus altas esferas están todo el día robando. Es así como nuestro protagonista rompe sus principios morales para intentar conseguir que su hija apruebe de cualquier forma los exámenes finales que la lleven a conseguir una beca en Inglaterra. Pero el problema no reside solo en eso, sino en la situación que se ha dado anteriormente: Su hija ha sufrido un ataque por parte de un violador. Y es aquí donde empieza todo el meollo.
Y es aquí donde empiezan a lanzarse las preguntas al espectador ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar por un objetivo? Quizás sea reducir la película a lo más básico, pero es una pregunta que no paraba de saltarme en todo momento. Además de la de que en un momento así, si, conseguir los objetivos para los hijos es importante, pero también el bienestar de la familia. Y Cristian Mungiu de un simple golpe de cámara se encarga de mostrar cómo es la familia: Una madre con depresión, un padre adultero y una hija que intenta vivir al margen de todo. Si es cierto que quizás haya que pasar página rápido, pero creo que la actitud del padre es más pensando en su propia voluntad que en la que los rodea. Y eso también queda demostrado con la mujer que mantiene una relación fuera del matrimonio. Y ante todo esto, Mungiu nunca se posiciona, y deja que sea uno mismo quien decida que está bien y que está mal.
Quizás lo único que se le puede poner una pega a la película sea el hecho de que termina repitiéndose un poco y al final se estira tanto que quizás el mensaje queda algo desvirtualizado. Pero, aun así, Cristian Mungiu crea una cinta soberbia que habla de la corrupción en las esferas más bajas y no sólo en lo político. No se posiciona ante esto y deja que sea el espectador quien decida quién es el malo, el bueno o los neutrales de la historia. Otra cinta imprescindible.
Lo mejor: La historia y la posición del director.
Lo peor: La extensión de su final.
Puntuación: 8/10