Stephen King siempre se ha caracterizado por ser el padre del terror. Sus novelas son mundialmente conocidas por introducirnos las peores pesadillas inimaginables. IT (Eso), Cujo, El resplandor o Carrie son solo algunos de los ejemplos de sus novelas más terroríficas. Pero, es un escritor que también ha sabido introducir elementos paranormales en novelas más dramáticas que de terror, así tenemos La niebla, La milla verde o Cadena perpetua. Hasta hace unos años todos pensábamos que el único director que había sabido captar la esencia de Stephen King era Frank Darabont, pero, de un tiempo a esta parte, la irrupción de Mike Flanagan en el panorama de terror, ha conseguido ver que puede haber muchos autores capaces de entender la obra de Stephen King sin ningún tipo de presión. La vida de Chuck es un canto a la vida, una obra bella y llena de interpretaciones sobre la vida de un hombre al que se le diagnostica un tumor cerebral. Mike Flanagan no solo consigue emocionar con la historia, sino que consigue hacernos participes de la propia película y llevarnos de un viaje realmente especial. La vida de Chuck no solo es un canto a la vida, sino que también un canto a vivir la vida como si cada uno fuera el último, haciéndonos felices a nosotros mismos y a todos aquellos que nos rodean.
Conseguir crear una buena cinta dramática es complicado, porque seguramente muchos crean que cuantas más situaciones que inciten al llanto o en donde nuestros protagonistas estén en una encrucijada, mejor. Pero creo que la mejor forma de conseguir mejor el drama es hacer que la historia que estás contando fluya. Con esto quiero decir que hay que hacer que el guion no busque situaciones fingidas o fuera de lugar, sino que todo lo que vaya sucediendo sea por las acciones de los personajes y sean reales. Hay una secuencia en La vida de Chuck, en la segunda de las dos historias, donde el protagonista ve a una chica tocar una batería, él se acerca y comienza a bailar, todo el pueblo se une y termina yéndose con una de las chicas que hemos conocido al principio de la historia. Una vez terminada esta secuencia, nuestro protagonista y la chica hablan dando un paseo donde se sinceran el uno con el otro sobre como están viviendo la vida y que es lo que les sucede. Toda esta secuencia emociona porque consigue fluir perfectamente en guion, consigue hacernos ver que por muchos problemas que tengamos siempre puede haber momento para la felicidad y que, si la vida te da limones, haz limonada.
Porque todo esto es gracias al saber hacer de Mike Flanagan. El director y guionista saca oro de la historia corta, If it bleeds, consiguiendo aunar perfectamente el drama con ciertos elementos paranormales. Todo ello lo hace contando la historia al revés, desde la muerte de nuestro protagonista hasta la llegada a la casa de sus abuelos donde vivirá toda su vida. Así vamos viendo que ha significado este hombre para las diferentes personas y que personas son las que han marcado a Charles Krantz, que así se llama el protagonista. Toda la obra esta narrada como si fueran pequeños cuentos donde, sinceramente, nunca sabes por donde van a salir lo tiros o que es lo que te espera en la siguiente historia. En especial, la última, está perfectamente construida aunando ese drama del que estamos hablando con ciertos elementos paranormales donde se da a entender que la casa donde viven está encantada. Y aquí es donde surge una pregunta ¿Qué harías si un día descubres como vas a morir? Y esto, básicamente, es el punto de partida de una obra que emociona a muchos niveles. Tom Hiddleston está espectacular dando vida a Krantz, pero no solo él, también todos aquellos que hacen del personaje en sus diferentes etapas de la vida. También vemos en la cinta a Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Mia Sara, Carl Lumbly, Benjamin Pajak, Jacob Tremblay y Mark Hamill.
En definitiva, La vida de Chuck es mucho más que una adaptación de Stephen King, es una reflexión profunda sobre la importancia de aprovechar cada instante y de encontrar belleza incluso en los momentos más difíciles. Mike Flanagan logra que la historia trascienda el género, invitándonos a valorar las pequeñas cosas y a no temer a lo desconocido. Se trata de una película que nos recuerda que, pese a la oscuridad o los retos que puedan surgir, siempre merece la pena buscar la luz y celebrar la vida con autenticidad y valentía.


LBM Diseño Web