La maquinaria audiovisual de Hollywood sigue imparable mancillando los clásicos del cine de terror. Si hace unos meses fuimos testigos de la innecesaria continuación de la inmortal cinta El exorcista con El exorcista: Creyente, ahora le toca el turno a una de la grandes películas de Richard Donner (Los Goonies), y otra de las míticas del terror de los años 70, La Profecía. En esta ocasión, La Primera Profecía, que es como se titula esta aberración, no es secuela (parece ser que no había material suficiente para resucitar a Damien) sino una precuela directa (es un decir, pues si la taquilla responde, pueden hacer más capítulos antes de llegar a la trama original). Una vez más el producto resulta prescindible pues, más que aportar algo nuevo a la trama, descoloca lo planteado en el original. Tras la cámara nos encontramos con el debut de la televisiva Arkasha Stevenson (Legión) y delante de ella tenemos a la inquietante Nell Tiger Free (Juego de tronos), la española María Caballero (Parot), la imprescindible voz de Ralph Ineson (The Creator), y la legendaria Sonia Braga (Fatima).
La Primera Profecía arranca con un prólogo interesante (cameo incluido) que homenaje, en cierto modo, una secuencia emblemática de la cinta original. Tras esto, se plantea la historia principal (una monja llega a Roma, a un orfanato, a continuar su carrera laboral), que tiene más de un punto en común con el original, pero conforme avanzan los minutos empieza a hacerse todo como más sofisticado e intenta llevarse la cinta hasta algo más cercano a otro clásico del terror, La semilla del Diablo. Y aquí es donde empieza la verbena. Personajes con potencial desaparencen, aparecen otros que no aportan nada, traemos personajes del original (el Padre Brennan y el padre Spiletto) solo para justificar su unión con el clásico del 76… y así podría estar todo el día. Pero para más INRI, la cinta abre puertas a futuras secuelas saltándose la mitología creada hace casi cinco décadas. Esta claro que Disney (a través de 20th Century Studios) ha usado la emblemática franquicia para atraer más público cuando, y quizá, no se necesitaba. Es decir, si no existiera un universo creado, a lo mejor, esta historia hubiera funcionado por sí misma.
Esta falsa sofisticación que encontramos en el guión responde al concepto de “terror elevado” que tan de moda esta últimamente, y que tiene su implosión en la dirección de Arkasha Stevenson. Unos encuadres inquietantes, figuras oscuras sobre fondo negro que no sabemos lo que son pero pretenden dar mal rollo (no lo consigue) primeros planos de ojos y manos sufriendo, y por supuesto el plano estrella de una vagina de la que… mejor véanlo. Es decir, demasiado artístico para un cinta que trata de jugar a ser un blockbuster. La cinta juega a crear una atmósfera malsana y del mal rollo, que durante sus primeros minutos consigue pero al rato se convierte en un producto anodino y aburrido. Tampoco es muy comprensible que la cinta se haya rodado en celuloide (35mm) cuando en pantalla apenas se aprecia.
Lo mejor de la cinta lo encontramos en su protagonista. Nell Tiger Free, quien ya nos perturbó en exceso en la interesante serie Servant, repite un poco la formula y son sus miradas perdidas y de asombro las que más nos convencen de todo el producto. Mención especial para la valenciana María Caballero, que interpreta a una monja de cuidado. Una pena que no se la aproveche en más secuencias. Y una vez más la grandiosa voz de Ineson da un poco de seriedad, cuando puede, a la historia.
En resumen, La Primera Profecía dura casi dos horas. Pasado su prólogo y ¿primer acto? (el guion es un desastre) la cinta comienza a hacerse cuesta arriba, pues poco a poco la historia comienza a dejar ser interesante. Eso si, parte del reparto esta entregado y suena Boney M., Raffaella Carrà, y el Ave Satani de Goldsmith (nominada al Oscar a mejor canción en su día), así que no todo iba a ser un sufrimiento, ¿o sí?
Lo mejor: Nell Tiger Free y María Caballero.
Lo peor: Es aburrida y, a veces, resulta pedante.
Puntuación: 2/10