Nos gusta calificar a esta época de año, como la recta final a los Oscar. Es ese tramo donde vemos poco a poco los últimos estrenos que, por algo, han sido nominados a tan importantes galardones. Dado a que soy un «OscarFan», La gran estafa americana era una de las cintas que más ansiaba ver, no sé si por sus 10 nominaciones (la película que más ha recibido, junto a Gravity), o bien por el estupendo elenco que la compone. La cosa es que no me ha supuesto una decepción como muchos grandes títulos de la época, todo lo contrario, es una fiesta de película.
David O. Russell (Tres reyes) se ha convertido en un Rey Midas en los últimos años. Está definitivamente en la cumbre de su carrera. Primero con The Fighter, una gran película donde brilló Christian Bale (El caballero oscuro: La leyenda renace), y después con El lado bueno de las cosas, donde obtuvo muy buenas críticas y también cosechó varios premios. Ahora vuelve con este film ambientado en los 70, que desprende naftalina y olor a podrido de cualquiera de sus personajes, pero que en cambio, es maravilloso a la vista y muy divertida para el espectador.
Su trama policíaca no presenta demasiadas complicaciones. No es la típica película en la que hay que estar demasiado atento para no perder ese hilo, así que bravo por ese guión escrito por el mismo David O. Russell y Eric Singer. La historia en sí, merece la pena y es interesante. No es que estemos nada exclusivamente nuevo, pero todo lleva a escenas para recordar y a momentos delirantes. En ese sentido guarda cierto parecido con El lobo de Wall Street, de Martin Scorsese, donde también veíamos continuamente esa sátira hacia todo lo que la envuelve, y hacia sus personajes en particular. Bien es cierto, que como pega, diría que me esperaba una sorpresa mucho mayor al final.
Sin duda, un punto digno de mención en La gran estafa americana es su vestuario y peluquería. Lo de los peinados en esta película es de traca. Increíble. Hacía tiempo que no veía algo tan impresionante y fastuoso. En especial con Bradley Cooper (Cruce de camino) y Christian Bale, donde la cosa se pone en el “recopón”. El vestuario que se enfundan Amy Adams (El hombre de acero) y Jennifer Lawrence (Los juegos del hambre) es puramente setentero y provocador, y dejarán al espectador con la boca abierta en más de una ocasión.
No cabe ninguna duda de que, La gran estafa americana seguirá cosechando premios. Ya no es sólo la mano santa de su aclamado director, ni su guión, ni su maquillaje, sino el reparto que compone la película lo que hace que esté donde está. Christian Bale lo da todo en su personaje de Irving Rosenfeld, o “Torrente a la americana”. Su rol protagonista deja unos momentos muy grandes, como ese Delilah de Tom Jones, agarrado al fabuloso Carmine Polito, encarnado por Jeremy Renner (El legado de Bourne). Bradley Cooper tampoco se queda corto en su interpretación del agente del FBI Richie DiMaso, y deja algún momentazo muy digno de sus mejores actuaciones. En cuanto a la vertiente femenina del elenco, tenemos a dos actrices maravillosas. Jennifer Lawrence, ganadora del Oscar el pasado año gracias también a David O. Russell, vuelve a estar nominada este año y con muchas opciones por su interpretación de Rosalyn Rosenfeld, a la que vemos en un momento estelar cantando Live and Let Die mientras limpia el polvo de su casa. Además, sus diálogos merecen muchísimo la pena, llevados por un personaje que seguramente hará mella como uno de los mejores que la actriz ha llevado a cabo. Amy Adams más de lo mismo a lo que nos tiene acostumbrados. Falla nunca o casi nunca, y es una garantía a la hora de dar vida a cualquier personaje con toda facilidad.
En resumen, una película de esas por las que pagas y al salir de la sala no te arrepientes. Una gozada en su conjunto, que va a dar mucho que hablar próximamente.
Lo mejor: Las escenas de máximo esplendor en las que David O. Russell ha dado rienda suelta a su imaginación.
Lo peor: Un final que sabe a poco, y que podría haber dado mucho más juego.
Puntuación: 8/10
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