Algunas películas se hacen famosas antes de su estreno en las carteleras españolas por su presencia en redes sociales o en YouTube cuando son estrenadas en su país de origen. La extraña vida de Timothy Green pertenece ha este selecto club porque una madre grabo a sus hijos pequeños a la salida de dicha proyección y las pobres criaturas lloraban a moco tendido durante un largo tiempo. A los pocos días, el vídeo estaba arrasando en las redes social y se convertía en “trending topic” por unas horas. Pues bien, lo que le ocurre a los niños en dicho vídeo le puede ocurrir a cualquier espectador de lágrima fácil, ya que La extraña vida de Timothy Green es una cinta donde desde el minuto 20 todos los elementos están perfectamente conjugados para producir dicho efecto.
Una pareja entrañable se encuentran en un comité de adopción contado su tierna historia. Esta historia es la de cómo de la noche a la mañana la madre naturaleza les proporciona un niño crecidito, tras plantar una serie de deseos en su jardín. Este argumente que parece salido de Amaneces que no es poco, es un cuento “made in Disney”, como los de antes, los de aquellas carátulas horrorosas con una banda blanca que convivían con el resto de cintas en los videoclub de barrio en la época de los ochenta. La extraña vida de Timothy Green es una película muy tramposa, pero efectista, que si bien no deja de ser un telefilm, es digna de admirar por como conduce al espectador hasta cotas muy emotivas. Sorprende por que han copiado muy bien la estructura de aquellas cintas que como Polyanna, muchos descubrimos en nuestro vídeo VHS. Al igual que en aquellas cintas, los villanos era gente mala, pero no odiosa, era un mundo muy limpio, que apenas se cultiva en la actualidad. Ahora todo esta salpicado de violencia, terceras lecturas, y malos muy odiosos.
Peter Hedges, director de una joya muy poco valorada titulada Como la vida misma, y guionista de Un niño grande, escribe y dirige La extraña vida de Timothy Green, y demuestra que es un autentico maestro a la hora de emocionar sin salirse de los cánones establecidos, es decir, usando la cámara al más puro estilo tradicional y sacando lo mejor de los actores. Secuencias como la del partido de fútbol o la del número musical con el mítico Low Rider de War, son sencillas, y directas al corazón del espectador.
Peter Hedges conoce muy bien las reglas de este juego y apoya la dirección en la pícara y astuta partitura de Geoff Zanelli (Disturbia) quien con un único tema y sus variaciones, que son muy pocas, consigue tener a la espectador constantemente con el clínex en la mano. No es un genio ni un maestro, pero sabe muy bien lo que se hace.
Dentro del elenco hay que destacar a los niños de la cinta, CJ Adams (Como la vida misma) y la desconocida Odeya Rush. El primero porque con ese aspecto de no romper un plato se gana a la audiencia y se la lleva de calle, y la segunda, con apenas 5 frases en el guión encandila con su triste pero emotiva mirada al espectador más duro. Sin duda oiremos hablar de ella en un futuro no muy lejano. Los adultos, Jennifer Garner (Juno) y Joel Edgerton (La noche más oscura) están correctos sin más. Del segundo quizá esperábamos algo más, ya que esta en casi todos los castings de películas gordas de este año, pero esta cinta es muy pequeña para lo que se le vaticina.
En resumen es una cinta dirigida a un público muy joven pero no se olvida de los padres, y cuando me refiero a padres me refiero a la gente que ahora ronda los 40 y sabe a que cine me refiero con lo narrado en el segundo párrafo. Sin duda una pena que haya llegado tan tarde a nuestro país y tan limitada, pero quizá es que es eso, una cinta con cierto aroma a videoclub de toda la vida.
Lo mejor: La capacidad de Peter Hedges para llevarse a la audiencia de calle con lo mínimo.
Lo peor: No llevar clínex y salir con los ojos vidriosos de la sala.
Puntuación: 7/10
Es muy buena esa película y muy bonita
Nada más que el final es muy triste.