El cine de terror moderno está saturado de survivals de todo tipo, y encima rodados en primera persona, con poco presupuesto y estilo «mockumentary» (falso documental)… o el “found footage” que popularizó el súper éxito de 1999 El proyecto de la bruja de Blair.
En este caso La Cueva, de Alfredo Montero (Niñ@s), nos cuenta la historia de cinco amigos de vacaciones que van de excursión a una cueva perdida. Una vez dentro, se pierden. Sin posibilidad de encontrar la salida, sin agua y sin comida, el tiempo corre en su contra… y los peores instintos de cada uno irán surgiendo poco a poco, en un relato desgarrador en el que solo podrá sobrevivir el más fuerte tanto física como mentalmente.
La Cueva pertenece a ese género del “found footage”, pero mucho más depurado. Si en Holocausto caníbal (el clásico italiano del terror de 1980 de Ruggero Deodato) o en El proyecto de la bruja de Blair, su cineastas nos quisieron “colar” la bola de que fue un hecho real… y la cámara se movía como loca por los escenarios de la película, en La Cueva el género ha evolucionado, y la cámara no se limita a ser un mero narrador en primera persona del horror que viven nuestros protagonistas. En La Cueva, la cámara se vuelve un personaje más… una herramienta más de supervivencia… algo que no habíamos visto ni en exponentes más modernos del género como pudo ser [Rec], de Paco Plaza y Jaume Balagueró.
Aquí tenemos la estructura básica del cine de zombies. Un grupo de amigos, un escenario, algo que lo trastoca todo… ¡¡¡y a sobrevivir!!! Solo los personajes más listos o más adaptados llegarán a ver el final de la historia. Ya no estamos ante el terror de los 80 donde los personajes actuaban de manera idiota… en La Cueva (aunque hay personajes idiotas, solo hay que ver a la rubia) los personajes actúan a conciencia. Si a Jaco (Marcos Ortíz (La chispa de la vida), además productor ejecutivo de la película) se le pira la olla en un momento dado… ¡¡¡es por algo!!!
La Cueva es un retrato brutal de la desesperación, la locura, el hambre, la sed y el dolor… concentrados en apenas 80 minutos de duración. Todo visto a través de la lente de una cámara de alta definición.
En resumen, una película MUY RECOMENDABLE, con una factura técnica ejemplar y un guión tan simple como efectivo. Y es que el survival siempre es un género que puede traer multitud de problemas… desde que los personajes no tengan carisma, o que la trama no llegue a profundizar lo que tiene que profundizar en el tema. En este caso, la historia llega hasta donde tiene que llegar (quizás podría haber ido todavía más allá), y los personajes empatizan lo que tienen que empatizar.
Lo mejor: La atmósfera claustrofóbica que se crea en todo el metraje.
Lo peor: No es tan explícita como parece que va a ser.
Puntuación: 8/10
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