Joker: Revolución maestra

En un momento de la película, Arthur Fleck, entra en una sala donde se está proyectando Tiempos Modernos, una de las muchas obras maestras de Charles Chaplin, una cinta donde nuestro protagonista por el trabajo mecanizado y el abuso de las clases más pudientes termina volviéndose loco. En Joker, Todd Phillips (R3sacón), crea su propia versión del origen del icónico villano realizando una crítica a la sociedad actual (Tiempos Modernos) con una mirada de suciedad, violencia y desesperanza que realmente da miedo. Y es que Joker no es una película de superhéroes, aunque esté basada en las historias de DC, es un drama sobre como la sociedad puede volver a la persona menos violenta en un auténtico monstruo. Una sociedad en donde el mal está por todas partes y quienes intentan darle algo de luz a tanta oscuridad solo consiguen ennegrecer todavía más, y una sociedad donde el respeto por las personas cada vez es más complicado. Joker es, en definitiva, una obra maestra.

Joaquin Phoenix en Joker

Joaquin Phoenix en Joker

Es una obra maestra porque intenta romper con el acomodamiento que parecía asentado en Hollywood en los últimos años e intenta plantear cuestiones al espectador. No quiere que el espectador esté dos horas mirando como suceden cosas en pantalla, quiere que sea partícipe, que se involucre y que por él mismo piense si lo que está viendo puede suceder en la realidad. Y ya os puedo adelantar que la respuesta es sí. Joker consigue involucrar al espectador porque su guion es una obra de orfebrería, sabe en todo momento como jugar sus cartas y decirle al espectador que esto es un juego de dos, no de uno. No quiere ser de consumo rápido. La vemos y nos olvidamos. No. Joker quiere permanecer en la memoria mucho tiempo, y lo hará, porque al final su historia está todos los días en los telediarios, en los informativos y en los periódicos. Todos los días hay injusticias en un mundo que se ha vuelto loco, que al igual que nuestro protagonista, ha sido trastornado por una sociedad hipócrita. Y es que además de todo esto, Todd Phillips consigue crear al espectador, mediante una dirección prodigiosa, tal esquizofrenia y angustia por lo que acontece en pantalla que en muchas ocasiones la incomodidad se apodera de nosotros.

Y esa incomodidad viene también dada por el uso que hace de la violencia. Si, Joker es una historia sobre un pobre hombre, con algún trastorno, que la sociedad ha ido cabreando hasta culminar en el villano más reconocido de la historia. Pero también es una historia violenta. Gotham es oscura, sangrienta y en decadencia. Todd Phillips realiza una recreación de Gotham que realmente es la Gotham en la que Batman terminará imponiendo su ley. Y la violencia que usa en Joker es así, sucia y bruta. Hay pocos momentos de este tipo de acción, pues Joker es mucho más mental, pero cuando ocurren estos momentos, realmente sientes cada golpe, cada disparo te atraviesa como si te hubieran disparado. Y es una violencia nada edulcorada o asequible. No ves los puñetazos, patadas y los disparos como quien oye llover, sino que cada uno de esos momentos te hacen incomodarte y querer quitar la vista de la pantalla, y creo que ya era hora que esa violencia se viese reflejada como debe ser, algo real que ocurre cada día, y no algo que solo cuentan los tebeos. Además, en este apartado es donde seguramente haya más polémica, por el levantamiento que se monta en la película y que es lo que realmente está dando miedo a muchos sectores. Pero la vida es así, violenta. Y ojito a la banda sonora de Hildur Guðnadóttir, una maravilla perfecta para acompañar a este personaje.

Quizás, de los pocos fallos que veo, es el subrayado en algún momento de la cinta. Aunque pueda parecer una obra de autor, pues hay muchos automatismos de Todd Phillips, al final estamos ante un blockbuster que quiere ser “accesible” para todos, y quizás ese subrayado enturbie un poco la experiencia. Pero es un pequeño apunte de nada. Porque luego está la auténtica estrella de la película y que hace que cualquier fallo sea una nimiedad: Joaquín Phoenix. El actor está, probablemente, en el papel de su carrera. En Puro Vicio o The Master da un recital interpretativo al alcance de muy pocos, pero lo que hace en Joker es simplemente una auténtica obra de arte. Desde que comenzamos con su risa, nos olvidamos por completo de que estamos viendo a Joaquin Phoenix para ver a ese Arthur. Y en todo momento nos lo creemos. Es tal el nivel de simbiosis con el personaje que asusta por completo. Seguramente le lluevan todos los premios que pueda llevarse, pero si no es así, siempre nos quedará la película para recordarle su trabajo.

Joaquin Phoenix en Joker (2)

Joaquin Phoenix en Joker (2)

Joker es una obra maestra. Vuelvo a repetirlo. Se aleja del asentamiento hollywoodiense para querer ser agresiva, ser una revolución dentro de una industria que las cosas originales y viscerales brillan por su ausencia. Quién vaya buscando una película de superhéroes al uso, que se olvide. Joker apuesta por ser más un drama sobre una mente acostumbrada a sufrir, una mente que sucumbe por completo a las mentiras de una sociedad que termina por volver loco a cualquiera que se ponga por delante. Todd Phillips ha dado un golpe sobre la mesa en toda regla. Un golpe para despertarnos y revolucionar un poco esta industria. Lo dicho: Una obra maestra.

Lo mejor: Joaquin Phoenix, el tono oscuro, Todd Phillips…

Lo peor: Que en alguna ocasión subraya demasiado (pero una tontería)

Puntuación: 10/10

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