Pablo (Alberto Ammann, (Celda 211)) y Diego (Antonio de la Torre, (Grupo 7)) son dos militares españoles en la guerra de Irak. Tras un ataque sorpresa del que salen vivos de milagro, se refugian en una vivienda del lugar…allí se ven metidos en un problema cuya solución no es la que se ha contado y que traerá diferentes dilemas morales y complicaciones a los protagonistas.
Hueca. Eso sí, por fuera muy vistosa. Invasor es una película que hace unos años habría sido impensable en este país, por su factura técnica; por fortuna, y más teniendo en cuenta la difícil situación presente, son cada vez más los directores españoles que se atreven a meterse con géneros impropios de la tradición de nuestro cine, aportando un soplo de aire fresco a las carteleras patrias, aunque a veces ese aire sea un tanto irrespirable. La fotografía, el montaje, los movimientos de cámara, la ambientación…son todos puntos fuertes del film de Daniel Calparsoro (Guerreros). Se pueden ver detalles trabajados en el aspecto visual, como la elección de colores muy diferentes para cada emplazamiento, o el uso de planos cámara en mano (a veces un poco exagerado) para dar viveza a la acción, y el empleo de planos tranquilos y reposados, con unos colores más fríos, para las escenas íntimas. Se pueden seguir elogiando apartados como el de maquillaje o vestuario, bastante creíbles, excepto cuando la sangre se apodera de manera excesiva de la pantalla (seguramente este aspecto es el que metió a la cinta en el festival de Sitges, aunque a más de uno, incluido el que escribe, las náuseas le hicieran apartar la vista en alguna ocasión). A pesar de todos estos aciertos, el conjunto no acaba de funcionar; la estructura de la película es bastante tópica, lo cual no tendría que ser un serio problema, pero la ingente cantidad de flashbacks nos hacen sospechar que el director no encontraba la manera de contar bien la historia, y si lo que pretendía era ir desvelando la trama poco a poco, tampoco consigue sorprender.
Los actores no destacan con unas actuaciones memorables, seguramente porque el guión es bastante difícil de defender en algunos puntos. Alberto Ammann no acaba de convencer como tipo duro (en una película pretendidamente de acción el protagonista debe tener algo de esto), parece demasiado blandito y bello como para representar estos papeles, aunque se esfuerza; algo parecido le sucedía en Celda 211, así que no es la primera vez. Antonio de la Torre resulta más creíble en su papel de compañero de armas, un tanto cobarde al principio, pero fiel en los momentos difíciles. Inma Cuesta (La voz dormida) desentona un poco más en el conjunto; su personaje no tiene vuelta de hoja, no sabemos nada de ella, ni parece importar; se limita a acompañar a su pareja, sin preguntar a penas, sin dudar, sin aportar nada. El problema parece del personaje en sí y no de ella, pero el caso es que no llega a donde debería… la facilidad y el gusto del director por las escenas de acción queda más que evidente al compararlas con las escenas más íntimas, en las que el papel de Inma tiene más protagonismo, y se perciben peor dirigidas y trabajadas, jugando otra vez en contra de la actriz. Karra Elejalde (Los cronocrímenes) muestra su saber hacer, y no lo tiene fácil; su papel está a medio camino entre un mafioso matón, y un consejero de ministro de interior o defensa…la mezcla no es fácil, y al final no es ni una cosa, ni la otra. La pareja de matones (éstos sí) que le acompañan, no merecen casi ni comentario, causan más risa que miedo.
El apartado sonoro cumple en general, sobre todo en las escenas más movidas; sin embargo, la música, en algunas secuencias aéreas, abusivas y repetitivas pero sin llegar a darle estilo a la película, nos acerca demasiado a los documentales de vista de pájaro que podemos ver en televisión, sacándonos de la historia en alguna ocasión…y contribuyen a darle al film un acabado de ejercicio final de alumno destacado de la escuela de cine que no debiera ser.
Otro gran problema, seguramente el origen de los demás, es que la trama en sí es poco creíble; casan mal las intenciones de contar una historia de aventuras y acción y la de contar una historia sobre la falta de responsabilidad y la corrupción moral de la sociedad. El soldado interpretado por Ammann tiene unos principios interesantes, en los que seguramente se centre la novela que inspira esta película, pero en la cinta quedan muy superpuestos, opacados por las secuencias en Irak en las que la violencia y la acción son protagonistas. Y partiendo de este problema, nos encontramos con los demás ya expuestos; dificultades en definitiva para encajar el resto de piezas.
Daniel Calparsoro nos ofrece en definitiva una película que se puede ver, pasando por alto algunos errores o puntos débiles, ya que en su aspecto y ritmo es bastante competente. Además, se agradece el intento de hacer una película de este género y con un presupuesto tan escaso para lo que suele ser habitual en él. No obstante, es imposible evitar el comentario de lo que podría haber sido y no es, ya que se aprecia talento y maneras en gran parte del equipo. Lo que insinúa el film parece interesante, pero si hablamos de irresponsabilidad y de corrupción moral, habría que haber apuntado más alto, y quizás un simple soldado que bastante tiene con volver a casa de una pieza no sea el protagonista adecuado para una historia que contiene una intención de tal importancia.
Lo mejor: El acabado técnico raya a gran altura, por encima del presupuesto. El intento es valiente y original en el cine español.
Lo peor: El tema de la película convive mal con la intención de realizar una película de acción; a partir de aquí, muchos elementos, sobre todo algunos personajes, no encuentran su sitio, dando lugar a algunas escenas un tanto inverosímiles. El abuso de los flashbacks es demasiado evidente.
Puntuación: 5/10
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