Son muchas las películas de ciencia ficción que llegan semana tras semana a la gran pantalla. Pero desde hace un tiempo a esta parte, ese mismo cine ha cambiado mucho. La ciencia ficción pasada se caracterizaba por ser ruda, física y llena de acción. Ahora, esa ciencia ficción se ha estilizado, ha encontrado un nuevo de reinventarse aunque sólo sea en la forma, porque en el contenido sigue siendo más o menos el mismo, pero eso no quiere decir que sea igual, es diferente. Ex Machina, la primera película dirigida por el guionista y escritor Alex Garland (Dredd), es una muestra nueva de esa nueva sci-fi que quiere imperar en el cine. Y aunque no me gustan demasiado estos experimentos, la verdad que Ex Machina es una pequeña joya de la sci-fi contemporánea.
Ex Machina es una vuelta más a la idea de una inteligencia artificial que tuviera libre albedrío. Que sea capaz de pensar por si misma, tomar su decisiones y ser consciente de lo que está haciendo. Puede que quizás el argumento este en mucho momentos trillado, pero Alex Garland consigue que en ningún momento apartemos la vista de la pantalla gracias a su dirección, lleno de planos preciosos y de una manera de manejar el tempo sublime. Y ese manejo del tempo consigue hacer que la tensión de la cinta vaya en aumento, no decaiga y en más de una ocasión te dejo con la boca abierta pensando que es lo que ha pasado. Porque esa tensión, acompañada de una brutal banda sonora, hacen que Ex Machina se hipnotice.
Garland, escritor también del libreto, utiliza lo de la inteligencia artificial para establecer una disputa de poder en silencio. Tres poderes: Ego, inocencia y manipulación. El ego está impuesto a ese científico que busca por encima de todo ser él el único capaz de conseguir esto, luchando contra todo lo que se ponga en su camino para conseguirlo. La inocencia es la del programador que llega con la idea de aprender más sobre la IA y se da de bruces con una realidad donde él no se encuentra cómodo. Y la manipulación, interna a ese robot capaz de pensar por si mismo y buscar su propio beneficio. Y es gracias a estos poderes lo que hace que el argumento y la historia de Garland sea algo más de lo que se ha visto siempre, aunque al final sepas lo que va a pasar.
Y es quizás ese uno de los pocos puntos negativos que se le pueden poner a la historia, el hecho de que aunque te involucre tanto en la acción, al final Garland cae un poco en los clichés y poco a poco puedes ir adivinando cual va a ser el final de la cinta. Pero bueno, los giros de guión, la tensión (con una música que te atraviesa y te deja en la misma sensación que a los protagonistas) y las actuaciones hacen que en Ex Machina pesen más sus virtudes que este fallo. Domhnall Gleeson (Frank), Oscar Isaac (Las dos caras de enero) y Alicia Vikander (El séptimo hijo) realizan unas interpretaciones muy interesantes y que van cambiando a medida que la cinta va entrando más y más en materia. Nunca están como al principio de la misma, cada segundo que pasa algo diferente tienen para mostrarnos.
Ex Machina es un muy buena película de sci-fi moderno que consigue combinar un estilo preciosista y una historia de lucha de poder. Alex Garland consigue convencer en su primera película como director y se postula como uno de los nombres a tener en cuenta de aquí en adelante. Ex Machina tiene todos los elementos para convertirse en historia de culto, veremos si el tiempo da la razón.
Lo mejor: Alex Garland regalándonos una pequeña joya de sci-fi moderno.
Lo peor: Que al final puedas llegar a saber que va a ocurrir.
Puntuación: 7/10
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