Eternals: «Ladrillo» cósmico

La imparable máquina de Marvel Studios no descansa, y tras muchas películas entretenidas (mejores o peores), llega una que consigue bostezos y somnolencia a partes iguales. Eternals es la primera cinta del universo cinematográfico Marvel (UCM) en colgarse el cartel de “aburrida”. Y no es que sus 157 minutos pesan como una losa, sino que su guión, personajes, localizaciones, y hasta banda sonora, resulten perezosos a los pocos minutos de comenzar la aventura. La ganadora del Oscar a mejor dirección Chloé Zhao (Nomadland) escribe y dirige (a su manera) este “ladrillo” donde se dan citan rostros consagrados como Angelina Jolie (Aquellos que desean mi muerte) o Salma Hayek (El otro guardaespaldas 2), figuras ascendentes como Richard Madden (1917) o Kumail Nanjiani (Men In Black: International), o jóvenes promesas como Lia McHugh (Inmune) o Gemma Chan (Raya y el último dragón).

Richard Madden y Gemma Chan en Eternals

Richard Madden y Gemma Chan en Eternals

Eternals, basada en el comic del mismo nombre fuera de nuestras fronteras pero aquí conocido como Los Eternos, parte de una idea similar a la del tebeo pero con los giros a los que nos tiene acostumbrados el UCM, para hacerlo lo suficientemente original para que los fans de esta publicación se encuentren algo nuevo (aunque puede ocurrir como en Iron Man 3, que no todos comulguen con los cambios). El caso es que estos superhéroes cósmicos se han retirado a la tierra a la espera de un enemigo que pronto hará de las suyas. Como buena cinta de orígenes, mediante la reunión del grupo (y tras un prólogo que arranca con más letras que un suplemento dominical, que ya cuesta meterse en el film) se van alternando flashbacks para apuntalar la historia de los personajes hasta que llega el clímax. El libreto firmado por muchas personas, entre ellas la propia directora, es bastante simple, intenta agradar a muchos, y tiene exceso de personajes que están muy desarrollados y otros no tanto. Lo mismo ocurre con la historia general, con tanto adorno parece mucho más compleja de lo que realmente es.

Es la primer película de Marvel Studios que da la sensación de cinta “indie”, pero el tema es que ha costado la friolera de 200 millones. Zhao se ha llevado la película a su terreno y así tenemos estupendos y bonitos planos de la parte más despoblada de Australia, de los horizontes de postal de Dakota del Sur, e incluso la belleza de nuestra tierra representada por Fuerteventura, que no recuerdo qué lugar simula ser en la cinta. Estamos ante un producto más contemplativo que un producto de acción y aventura. Y eso sin estar mal, no es lo que se busca en un producto de estas características. Mención especial para la música de Ramin Djawadi (Reminiscencia), que si bien recuerda mucho a la partitura de la serie Westworld en algunos momentos, es de lo más satisfactorio del film.

Kumail Nanjiani en Eternals

Kumail Nanjiani en Eternals

Lo más destacado del reparto es el pakistaní Kumail Nanjiani. A los pocos minutos de estar en pantalla este cómico (y estupendo guionista) se mete al respetable en el bolsillo. Una pena que su personaje desaparezca para el acto final. Jolie y Hayek están totalmente desaprovechadas, en especial la primera, pues parece que solo está pensando en lo que se está embolsando por mover las manos a las que en postproducción añadirán armas. Madden y Chan no terminan de tener la química que sus personajes necesitan y curiosamente los personajes interpretados por actores más solventes, como por ejemplo Druig encarnado por Barry Keoghan (Dunkerque), son los más interesantes pero a su vez los menos desarrollados. Una pena.

En resumen, Eternals es un producto que pretendía ser más de autor y se les ha ido de las manos. Son varios los defectos que la hacen naufragar hacia el sopor y el aburrimiento, pero el principal es que han querido abarcar mucho con una historia que quizá si necesitaba de una serie para estar bien contada, y el rollo de «buenismo, bien» y el minimalismo tampoco la sienta nada bien.

Lo mejor: Kumail Nanjiani.

Lo peor: Son los 157 minutos más eternos y soporíferos del UCM.

Puntuación: 3/10

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