Tenemos nuevo “hombre orquesta” en Hollywood y se llama Nate Parker (Non-Stop (Sin escalas)). El nacimiento de una nación es su primera película como director y guionista (y también la protagoniza), y una de esas cintas que al principio de la temporada de premios parecía que era “un caballo ganador”, y ahora se ha convertido en una cinta totalmente ignorada debido al escabroso pasado de su autor. Al margen de todo ello, El nacimiento de una nación es un cinta interesante, entretenida y perfectamente empaca, que peca de tener un desarrollo perfecto pero un final precipitado.
Años antes de la guerra de Secesión, el esclavo Nat Turner (Parker) orquestó una rebelión contra los hombres blancos que no terminó de cuajar, pero si dejó un buen reguero de sangre en su camino. El nacimiento de una nación cuenta esa historia. Un relato donde vemos el poder de la religión para tranquilizar a los esclavos y como el amor todo lo puede. En algunos momentos El nacimiento de una nación recuerda a Braveheart, es decir, es la historia de un hombre que hasta que no le tocan lo suyo no entra en conflicto, pero cuando despierta a “la bestia”… El guion funciona estupendamente, no llega aburrir en ningún momento, pero el final se hace corto y rápido. Este el tipo de cinta que si necesita perder unos minutos más en dar detalles del acontecimiento en su recta final. Hay cosas que se dan por supuesto, pero no está de más aclarar, por ejemplo, ¿de dónde viene ciertos soldados en el momento caseta?
Parker se consagra como un talento a tener en cuenta. Su acusación por violación en 1999 (de la cual salió absuelto) le ha cerrado muchas puertas que esperamos se le vuelvan abrir. Desde los semi oníricos flashbacks hasta la imágenes más crudas (atentos al momento cincel), la dirección El nacimiento de una nación es arrebatadora y apabullante. Te atrapa a la butaca de la misma manera que te retuerce en otro momentos. Sin duda, un tipo a seguir de cerca.
Como actor Parker también convence. Se ha sabido rodear de buenos actores pero ninguno con la fuerza como para hacerle sombra. Armie Hammer (Operación U.N.C.L.E.) interpreta al “listo de turno”, un personaje con varias similitudes con el protagonista (ambos terminan moviéndose por una motivación muy clara) pero que no termina de ser un villano propiamente dicho. Jackie Earle Haley (Objetivo: Londres) convence desde el minuto uno como villano desagradable, al cual el espectador quiere ajusticiar al instante. Y recuperamos a una interesante Penelope Ann Miller (The Artist), quien con los años se está convirtiendo en una actriz solvente y de peso. Sus primeros minutos adoctrinado a un joven Turner son muy interesantes.
En resumen, a rebufo de 12 años de esclavitud llega esta otra historia real, mucho más violenta y reivindicativa que aquella. De las pocas película que requieren unos minutos más para convertirse en perfecta. Una vez más se demuestra que la religión y el amor mueven el mundo.
Lo mejor: Sus dos primeros actos. Impecables.
Lo peor: Su tercer acto es bastante apresurado y con algunas lagunas.
Puntuación: 7/10