Por fin llega a los cines de todo el mundo la cuarta entrega de El caso Bourne, pero con sustanciales diferencias respecto a las tres películas anteriores, sobre todo porque ante la negativa de Paul Greengrass y Matt Damon a seguir con la franquicia, los productores han tenido que buscarse un modo de seguir con las aventuras del personaje creado por Robert Ludlum. Y la solución ha sido cuanto menos arriesgada.
Vamos a ver, es cierto que el cine está lleno de ejemplos de personajes que cambian de actores de película en película y no pasa nada. James Bond o Batman son los ejemplos más populares. Pero en esta cuarta entrega de Bourne los productores se han decantado por algo más novedoso ¿Por qué no cambiar directamente al personaje protagonista? Todos sabíamos que Bourne no era el único espía en su mundo ¿Por qué no contar la historia de otro de esos súper espías re programados? Según terminó la tercera entrega, ese nuevo punto de giro en la trama lo hace factible. Bourne ya NO es un agente secreto. Le conoce todo Dios. Ha revelado la Verdad. Bien… pues otro espía diferente parece factible.
El encargado de dirigir esta cuarta entrega de Bourne ha sido Tony Gilroy (Duplicity)… no por casualidad el guionista de las tres películas anteriores, así que la continuidad de la historia estaba asegurada sin demasiadas fisuras en el guión.
La historia que nos cuenta Tony Gilroy para esta ocasión nos presenta a Aaron Cross (Jeremy Renner (Los vengadores)), otro espía del proyecto Outcome. El tema es que tras lo ocurrido en la trilogía Bourne original, todo ese proyecto súper secreto está en riesgo… las cabezas más altas del sistema pueden caer, así que Eric Byer (Edward Norton (El club de la lucha)), el nuevo jefe de esa organización más poderosa y oscura que la CIA, decide poner fin a Outcome acabando con los demás “candidatos especiales”. Aquí entra la Doctora Marta Shearing (Rachel Weisz (Ágora)), ya que nos van a ir contando como (literalmente) los espías del proyecto fueron “hechos” a base de medicamentos que modificaban la estructura genética de los “candidatos”. Así que nuestro héroe, Aaron Cross, consigue escapar de Alaska (al parecer se está entrenando allí…) y a partir de ese momento comienza la clásica “caza del hombre”.
El argumento de El legado de Bourne no presenta grandes novedades respecto a las anteriores películas. Se mantiene dentro del patrón de la franquicia, narrando una película cargada de acción (¡ojo a los aviones espía en Alaska!), repleta de momentos de alta tensión (¡ojo al tiroteo en el laboratorio!) y con momentos brutalmente espectaculares (y ¡mucho ojo a la persecución en las calles de Manila!). Además sigue con esas dosis “conspiranoicas” que tanto gustan al espectador seguidor de las andanzas del viejo Bourne.
La película tiene una buenísima factura técnica por supuesto. Pensad que es una producción de 125 millones de dólares de presupuesto respaldada por un gran estudio… y encima producida por un señor de la experiencia de Frank Marshall (habitual colaborador de George Lucas o Steven Spielberg). Con los mejores técnicos a sueldo en la materia, si fallan en eso… es para matarlos. Quizás es punto más negativo de la cinta es la duración, porque dos horas y quince minutos es algo excesiva… pero soportable.
Además, por suerte, Tony Gilroy NO es Paul Greengrass (lo siento, pero no soporto a ese hombre dirigiendo) moviendo la cámara, y por fin la acción de la película SE VE. Así que somos testigos de como Aaron Cross pega, salta, da patadas, conduce motos, dispara, etc. Y todo eso (atención) ¡¡¡Sin marearnos!!! Además, la película huye de los efectos digitales (que los tiene, si) y nos muestra un montón de piruetas hechas por especialistas, que en el cine de acción siempre se agradece. Desde saltos, patadas, puñetazos, conducción temeraria…
En resumen, una simpática película veraniega. Cine comercial de acción, espionaje y suspense en estado puro. A ver… la película no es una obra maestra, pero es que lo mejor de todo es que El legado de Bourne NO pretende serlo. Es una película 100% de entretenimiento, sin segundas lecturas, sin polémicas, sin nada. Pensada para dar al espectador una historia entretenida sin más.
Para ver y disfrutar sin complejos. MUY RECOMENDABLE incluso para los que NO sois fans de la mitología Bourne (como es mi caso).
Lo mejor: Jeremy Renner funciona de maravilla como nuevo héroe de la saga.
Lo peor: Que alguien pueda llegar a echar de menos a Matt Damon, anterior héroe de la saga.
Puntuación: 8/10
Totalmente de acuerdo, sobre todo con la mejoría de la cámara….en las anteriores tenías que imaginarte la mitad de las secuencias.
Muy entretenida!!