El director Fernando González Molina (Palmeras en la nieve) lleva a la gran pantalla, la primera novela de la trilogía de Baztan de Dolores Redondo con regusto entretenido pero amargo. El guardián invisible es entretenida pero parece el arranque de un producto televisivo semanal, hecho con rapidez, y con un montaje que se antoja precipitado. Marta Etura (El hombre de las mil caras) y Elvira Mínguez (No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas) llevan los pantalones en este thriller con elemento fantástico que recuerda mucho a películas como El silencio de los corderos o Se7en, y los actuales thrillers nórdicos como Los hombres que no amaban a las mujeres.
Una inspectora de policía debe regresar al pueblo del que huyó, para resolver los asesinatos de una chicas jóvenes de la localidad. Allí deberá enfrentarse a los fantasmas del pasado mientras da caza al asesino. Esta es la premisa de El guardián invisible. A priori resulta muy interesante, pero el guion se lastra por una infinidad de personajes y por una intención de dejar la puerta abierta para futuras secuelas nada sutil. El guion de Luiso Berdejo (Tres 60) también peca de ser muy literal, es decir, hay momentos donde los personajes hablan de una forma tan retórica que parece que están recitando en vez de interpretando. El exceso de personajes resta minutos a personajes que quizá deberían haber “hablado” mucho más en la trama, para que en la resolución la sorpresa no resultara tan artificial.
Uno de los puntos más interesantes de El guardián invisible es la dirección de González Molina. El director navarro tiene varios momentos muy plausibles, en especial aquellos donde las imágenes evocan al terror y al malestar en la butaca. Una secuencia con una uña, el último flashback y la visita a un personaje en un sitio tétrico son los tres momentos por los que El guardián invisible serán recordados. También tiene otra secuencia que es un claro homenaje al El silencio de los corderos (película con la que guarda muchísimos referentes) digna de mención.
Dentro del reparto destacan Etura y Mínguez. La primera nos ofrece una interpretación muy cercana a la de Jodie Foster en El silencio de los corderos (otra referencia más), pero menos ambiciosa que aquella. La segunda va camino de convertirse en la villana por antonomasia del cine español. Su presencia no solo revoluciona la escena, sino que también consigue meternos miedo en el cuerpo en algún momento. Por El guardián invisible también pululan grandes actores en roles secundarios que imaginamos tendrán mucho que ver en la próximas secuelas. Ahí encontramos rostros como los de los imprescindibles Pedro Casablanc (Mar de plástico) o Manolo Solo (Tarde para la ira).
En resumen, El guardián invisible es un producto ameno y entretenido que tiene varios problemas residentes en su afán de querer contar muchas cosas y enganchar al espectador para el siguiente capítulo. Mientras que el cine americano sabe muy bien dejar puertas abiertas para secuelas, en El guardián invisible parece que las dejan abiertas de par en par, es decir, no es nada sutil. Y del Basajaun, esa criatura fantástica, ya si eso, hablamos otro día.
Lo mejor: Elvira Mínguez.
Lo peor: La cinta está tratada como un capítulo piloto de una serie de televisión.
Puntuación: 4/10