El festín de Babette: Un delicioso manjar

En una aldea perdida de la Dinamarca del siglo XIX viven dos hermanas un tanto especiales (interpretadas por cuatro actrices, para representarlas en su juventud y en su vejez, Bibi Andersson, Bodil Kjer, Brigitte Federspiel, Lisbeth Movin). Han pasado toda su vida dedicadas a la ayuda de los demás, siguiendo al pie de la letra los dictados de su padre, el pastor del pueblo, y recuerdan con cierta nostalgia su pasado. Entonces aparece Babette (Stépane Audran, (La mujer infiel)), una sirvienta poco común, de pasado misterioso, que decide responder a la buena acogida celebrando un banquete que abrirá los ojos y corazones de todos los vecinos del pueblo.

Stépane Audran en El festín de Babette

Stépane Audran en El festín de Babette

El reestreno de esta película, ganadora del Oscar a mejor película extranjera en 1987, se debe al 25 aniversario de su estreno, que se cumple en el presente año. Se podría decir que El festín de Babette es una pequeña obra maestra; pequeña, porque parte de lo cotidiano, de lo sencillo y humilde, y obra maestra, porque habla, y muy bien, de algunos de los grandes temas que han concernido a la humanidad desde siempre, sin que se la pueda tachar de pretenciosa. Los conceptos ya mencionados de humildad y sencillez aparecen durante toda la película, tanto en la protagonista como en el espíritu de la historia en sí. Es más fácil lograr una obra profunda partiendo de un lugar pequeño, como en este caso es un pueblecito apartado de casi todo, que tomando como punto de partida un lugar ya grande y profundo de por sí, como puede ser el mismo Universo o macro estructuras similares, como sucede en otras películas como El árbol de la vida de Terrence Malick o 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick . Hace falta ser muy bueno, como es el caso de Kubrick, para lograr una gran película partiendo de estos grandes lugares, y no sólo bueno, como es el de Malick, que se queda en un quiero y no puedo. Gabriel Axel (La verdadera historia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca), el director, como Isak Dinesen, autora del cuento original, parecen entender esto a la perfección, y ven que partiendo de lo pequeño es más accesible (y seguramente interesante) hablar de lo grande.

El pueblo donde transcurre la historia es un ecosistema propio que aun siendo muy reducido, cuenta con los elementos de toda sociedad; vemos la importancia de la religión, la necesidad de vivir en comunión entre los vecinos, y las reacciones de los lugareños ante lo que pueda venir de fuera, siempre condicionadas por los prejuicios. La película es grande cuando insinúa, cuando utiliza la metáfora, y pierde la sutileza cuando deja demasiado evidente el significado de la comparación. Encontramos continuamente interesantes reflexiones acerca del poder de la religión para unir a la gente, y también para hacerla menos libre. Presenciamos historias de amor que tienen el peso justo, con toda la potencia visual y seductora aunque parezca escondida; y contemplamos la humildad del artista verdadero, al que no le importa vivir como un rey o un siervo, si puede compartir con sus allegados el resultado de su obra, pues no hay mayor recompensa para él que ver cómo su trabajo ha servido para hacer un poco más feliz y completa a su gente más querida. La relación que se establece entre arte y fiesta es muy importante; hoy en día parece que el arte debe ser disfrutado en un museo y de manera silenciosa e íntima; seguramente en la mayoría de los casos el artista preferiría algo más festivo y alegre, en otro lugar en el que se pudiera reír y cantar sin miedo…como en esta historia podemos ver.

Fotograma de El festín de Babette

Fotograma de El festín de Babette

Visualmente, la película alcanza un equilibrio casi perfecto. El vestuario y las localizaciones son muy creíbles, a medio camino entre la realidad del lugar y la época, viejos y con una pátina de sal, y la limpieza y la belleza que el lenguaje cinematográfico suele exigir. No encontramos aquí vestidos de época siempre relucientes ni maquillajes excesivos, tan comunes en el cine que nos habla de tiempos pasados. Los encuadres y la duración de los planos, y el montaje, tienen mucha personalidad y se alejan de casi cualquier tópico o estilo definido, dando el ritmo correcto a la película que vemos. Sin embargo, uno de los “peros” que se le pueden poner a la cinta, es la importancia, medida en la duración de las secuencias, que se le ha dado a la parte en que se nos van presentando los personajes. Lo realmente relevante de la obra es el propio festín, y esa primera parte, del todo necesaria para que el espectador pueda relacionar y calibrar las consecuencias de lo que ocurre, se antoja no obstante, demasiado larga.

El festín de Babette es una pequeña joya que nos habla, sin grandes pretensiones ni aires de grandeza, de cómo lo más cercano y sencillo puede ayudarnos a ser más felices, aunque sea por un momento, de cómo no tomarnos demasiado en serio ni siquiera lo más sagrado, de cómo debemos revisar nuestros prejuicios; nos acerca de manera tranquila pero alegre a aquello y aquellos que nos rodean, y que por evidente en unos casos, y desconocido en otros, no nos habíamos parado a disfrutar.

Lo mejor: La sencillez con que la película nos habla de las cosas de importancia. El aire entrañable que se respira en toda la obra.

Lo peor: La película exige un ritmo que para algunos podría hacerse algo lento, sobre todo hasta que llega el momento esencial.

Puntuación: 9/10

Ficha técnica y artística

Dinamarca. Título original: Babettes gæstebud. Dirección: Gabriel Axel. Interpretes: Stéphane Audran (Babette), Bodil Kjer (Filippa), Birgitte Federspiel (Martine), Jarl Kulle (Lorens). Guion: Gabriel Axel; basado en la novela de Karen Blixen. Producción: Just Betzer. Música: Per Nørgaard. Fotografía: Hennings Kristiansen. Montaje: Finn Henriksen. Diseño de producción: Peter Obeling Johannsen. Vestuario: Annelise Hauberg, Karl Lagerfeld y Pia Myrdal.

4 comentarios

  1. Nawuara es super hermosa me encantoo!!!

  2. Miguel /

    Acabo de ver en un sitio de MSN una reseña de las 7 mejores películas de gastronomía, y me pareció inconcebible que no mencionaran esta que debía estar en primerísimo lugar, lo cual habla muy mal de los que redactan esas listas, y esta en particular.

  3. Qué película más hermosa, y sencilla aparentemente, porque los detalles están minuciosamente cuidados.

  4. Silvia /

    El Papa Francisco en Amoris Laetitia, comenta sobre la pelicula El Festin de Babette y recuerda que «el camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero».

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