Seguramente hubo muchos que pensaron que cuando Hayao Miyazaki (El viento se levanta) se retiró del cine, el estudio Ghibli caería en obras menores sin la estimulante mente del director japonés. Pero todos ellos estaban equivocados, y del estudio Ghibli nunca se debe dudar. El cuento de la princesa Kaguya es una obra inmensa que consigue emocionar de tal forma que incluso las palabras que pueda estar escribiendo aquí se quedarían cortas a la hora de analizar la película. Es hermosa, es delicada, es emotiva y sobre todo es triste. Todo ello hace que El cuento de la princesa Kaguya sea una obra maestra desde el primer trazo de dibujo. Maravillosa.
Lo primero que llama la atención es el dibujo utilizado para la película. Acostumbrados cada vez más a ver películas en 3D generadas por ordenador, o películas que han sido tratadas de forma especial para dotar a la cinta de un dibujo más moderno, resulta estimulante ver que El cuento de la princesa Kaguya tiene un trazo clásico y un coloreado todavía más clásico. Parece que al ver la película estamos leyendo algún comic antiguo o un cuento de hace muchos años. Y es que la intención es esa, crear la sensación de cuento y de antigüedad. No desentona en ningún momento y con las luces, los colores y las animaciones de los personajes estamos siempre pendientes de lo que acontece en pantalla. A los que hemos visto cine de animación durante muchos años, volver a encontrarnos con una película así es de agradecer.
Pero El cuento de la princesa Kaguya va más allá de su dibujo. La historia es tan hermosa que duele. Duele porque es triste en su desenlace y en su desarrollo. Ghibli en muchas ocasiones también consigue realizar crítica de los temas que trata, aquí podría colocarse en una crítica a todos aquellos que, en busca de una felicidad para sus seres más queridos, olvidan que opinarán estos sobre ello. Por eso, cuando pasamos de la vida campestre a la vida de palacio todo cambia. El tono de la cinta cambia y se vuelve más densa, adulta y triste. Es triste ver como para conseguir el amor de alguien hay que agasajarle con los regalos más imposibles de conseguir. Y es más triste ver cómo, pensando en la felicidad propia en muchas ocasiones, hacemos daño a quién menos queremos ver triste. Así al final, sin verlo venir, perdemos todo aquello para lo que hemos luchado.
Y es que, en todo momento, las emociones que te trasmite la película no dejan de aparecer, de erizarte el pelo y de, incluso, hacer que una lágrima se escape en alguna ocasión. La delicadeza de Ghibli vuelve a estar presente y ojalá nunca se vaya porque son únicos creando emociones (con permiso de Pixar). Ghibli sigue a lo suyo regalándonos obras maestras, obras que van directas al corazón. El cuento de la princesa Kaguya va directa al corazón y ahí se queda, para siempre, emocionando cada vez que la recuerdas.
Lo mejor: Todo.
Lo peor: Que no se sepa apreciar tan maravilloso regalo.
Puntuación: 9/10