El cine religioso cada vez está más presente en la cartelera. Todos los años hay un estreno relacionado con lo religioso. Y en muchas ocasiones, esas cintas son críticas hacía la fe, la Iglesia o al propio Dios. El apóstata, una de las cintas que han competido en la sección oficial del 63 Festival de San Sebastián, intenta hacer una crítica a la Iglesia y la no concesión de la emancipación de Dios, es decir, querer borrar de cualquier documento su nombre, fecha de nacimiento o fecha de la comunión. Cualquier cosa que pueda entrar una estadística. Lo malo es que El apóstata no sabe muy bien como hacer la crítica o hacía donde enfocarla y la cosa se queda en una película aburrida y que parece que ha sido realizada por unos alumnos de primero de carrera.
La historia de El apóstata es la que he introducido antes. Gonzalo es un joven que quiere desaparecer de los libros de registro de la Iglesia. Acude donde fue bautizado para conseguirlo. Durante la búsqueda de esa emancipación seremos testigos de los deseos, de la fe y de las creencias de este joven. Y así, básicamente, se puede resumir el argumento. Federico Veiroj (La vida útil) escribe también el guión, un guión falto de ritmo por todos lados. Desde el inicio no sabe como afrontar la cinta y la colocación de la cámara, los giros que realiza con ella y lo que muestra en pantalla queda bastante cojo. Realmente nunca llegamos a conectar con el protagonista, al cual nos da exactamente igual si consigue ser apóstata o no. Y es que el guión avanza de forma atropellada, mostrando a personajes que no aportan nada, secuencias vacías de contenido y diálogos que en más de una ocasión provocan risa.
A nuestro protagonista le da igual «chicha que limoná», tiene la lujuria y el incesto como forma de vida. Algo que choca y que intenta levantar polémica pero nunca lo consigue. No lo consigue, porque como he dicho antes no empatizamos. Y se hace pesada. Son 80 minutos. Pero cansan. La lentitud de la historia y las explicaciones innecesarias (que un niño necesite un diccionario o no, pues como que no me importa) matan la película. Y eso por no hablar del elenco de actores. Allí encontramos, para cinco minutos contados, a Bárbara Lennie (Magical Girl) que parece que sólo quiere hacer un cameo y su papel es mínimo, es más, sin él, la historia se entiende igual. Y nuestro protagonista, Álvaro Ogalla, que debuta, es como ver a un palo actuar. Horrible.
El apóstata no sé si hubiera sido mejor de otra manera, pero ya os digo que de la manera en la que ha terminado hecha no es el camino. Aburre, y mucho. Las interpretaciones dejan que desear, y la dirección parece de primero de carrera. Quizás lo único salvable es que dura 80 minutos, porque el resto se olvida nada más salir de la sala. Muy aburrida.
Lo mejor: Qué dura 80 minutos.
Lo peor: La dirección, el guión y las interpretaciones.
Puntuación: 2/10