Drácula: La leyenda jamás contada: … y ya sabemos el porqué

Uno de los aspectos más inolvidables del Drácula de Bram Stoker que Francis Ford Coppola dirigió en 1992, ya todo un clásico, estaba en su prólogo, vínculo extraordinario del personaje de Bram Stoker con su referente histórico, el príncipe Vlad que luchó contra los ejércitos otomanos. Este Drácula: La leyenda jamás contada busca acercarse a ese mismo aspecto de la historia, pero de una forma tan torpe que del título del filme sólo cabe concluir que ya sabemos por qué esa leyenda jamás había sido contada. Y es que este no es Drácula. Vale como reclamo, como firma y casi como género en sí mismo, pero Drácula no es una víctima. Drácula no es el juguete de otros. Drácula no es un personaje bondadoso ni misericordioso. Y este que pretende ser Drácula incurre en esos y en muchos más errores.

Luke Evans en Drácula: La leyenda jamás contada

Luke Evans en Drácula: La leyenda jamás contada

Por eso, el fallo de partida es evidente. Quien busque al más conocido de los vampiros de la ficción universal no lo va a encontrar aquí. Ni por asomo. Ni por sus características, ni por su historia, ni por el carisma del actor que le da vida, un Luke Evans (El Hobbit: La desolación de Smaug) simplemente correcto pero al que le pesa demasiado el hecho de que el guión no le dé las armas necesarias para que el personaje tenga encaje en su tradición. No hay nada más que esbozos simplistas de lo que tendría que haber sido este Vlad, este Drácula, para hacer justicia a la tradición. Usar el nombre de Drácula es, por tanto, una artimaña de márketing. Y eso, se mire como se mire, molesta. Es un engaño, una trampa para incautos, para todos aquellos que encuentren en ese nombre el reclamo necesario para dar una oportunidad a una película.

Pero es que la película es bastante torpe incluso dejando de lado ese engaño, que habría sido tan fácil de solventar (si realmente se hubiera querido, que no es el caso) como utilizar un vampiro que no fuera Drácula. Su guión incurre en tantos defectos e irregularidades, en situaciones artificiales y una mitología cogida por los pelos, que nada de lo que sucede en la pantalla resulta creíble. Este Drácula no deja de ser una especie de superhéroe (sólo falta ver a Patrick Stewart (X-Men: Días del futuro pasado) asomar con una silla de ruedas o a Samuel L. Jackson (Capitán América: El soldado de invierno) con un parche en el ojo) que descubre poderes salvajes y que se enfrenta él solo al ejército turco. Todo lo demás viene a dar igual en la historia, incluso un final pretendidamente emotivo que está lejísimos de conmover.

Charles Dance y Luke Evans en Drácula: La leyenda jamás contada

Charles Dance y Luke Evans en Drácula: La leyenda jamás contada

El trabajo de Gary Shore, director debutante, no ayuda en absoluto a que la película salga de los múltiples problemas en los que se sumerge. La forma en la que rueda la acción es tan atropellada que resulta del todo imposible saborearla. El exceso de efectos visuales para demostrar los poderes de Drácula es hueco, vacío y sin espíritu. Y si encima introduce planos tan absurdos y gratuitos como el de la batalla reflejada en una espada que se mueve al compás de los designios informáticos del diseñador gráfico de turno, la única conclusión posible es que lo que se busca en la acción no es una narrativa adecuada sino un efecto visual más o menos atractivo.

Lo absurdo de películas como esta es que no haya nadie que se dé cuenta de la firme traición que supone al personaje del que toma el nombre. La ambientación, los escenarios y la simple curiosidad de saber hasta dónde alcanza esa traición a Drácula son las únicas razones por las que los 92 minutos que dura el filme se pueden soportar con cierta dignidad. Por eso, por escuchar la voz de Charles Dance (Juego de Tronos) (lo único verdaderamente imponente en la película) y porque hay diálogos sumamente jugosos si la película se toma con un espíritu jovial y cínico. Pero lo demás es una pérdida de tiempo.

Puntuación: 3 / 10

Ficha artística y técnica

USA. Título original: Dracula Untold. Dirección: Gary Shore. Interpretes: Luke Evans (Vlad), Sarah Gadon (Mirena), Dominic Cooper (Mehmed), Art Parkinson (Ingeras), Charles Dance (Maestro vampiro), Diarmaid Murtagh (Dimitru). Guion: Matt Sazama y Burk Sharpless; inspirado en los personajes creados por Bram Stoker. Producción: Michael De Luca. Música: Ramin Djawadi. Fotografía: John Schwartzman. Montaje: Richard Pearson. Diseño de producción: François Audoy. Vestuario: Ngila Dickson.

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