Los pasillos, las voces interiores, las gemelas, la mujer de la bañera, la música de fiesta inundando sonoramente los recovecos de un hotel aislado… todo el misterio y las preguntas sin respuesta, ahora tienen solución. Pocos proyectos serán más suicidas, a priori, que una secuela de El resplandor, por mucho que a Stephen King, el autor de la novela original le horrorizara la adaptación. El filme es una de las películas de terror más aclamadas de todos los tiempos y dirigida por uno de los cineastas más reverenciados de la Historia, el maestro Stanley Kubrick. Es cierto que este Doctor Sueño ya parte de la novela homónima del escritor norteamericano, publicada en 2013, y que el propio autor es quien decidió expandir el universo del Hotel Overlook, pero una continuación de este clásico del terror se antoja, cuanto menos, muy complicado de sobrellevar.
El perfeccionismo del director de La naranja mecánica y su obsesión por la conducta humana potenciaron el subtexto de El resplandor a modo de cuento terrorífico sobre las bajas pulsiones, la violencia inherente, los traumas del pasado, la sensación de exclusión y la comunicación con extraños ante la imposibilidad de entender a tus allegados. Ahora Mike Flanagan toma el relevo con una historia de tintes similares, pero mucho más obvia en su planteamiento, mucho menos deslumbrante en el aspecto visual y, sobre todo, redundante en el desarrollo de sus tres tramas principales y la exploración de la mitología alrededor del misterio de la original. Un cúmulo de respuestas que nadie había pedido y que, más que enriquecer la obra, resta valúa a la fuerza mística y terrorífica de la obra maestra kubrickiana.
La sensación de misterio permanente y de juego de espejos el plano onírico y el plano terrenal se pierde en una lucha entre buenos y malos, entre un Jack Torrance cuarentón junto a una niña con sus mismas habilidades psíquicas contra una secta de espíritus malignos dispuestos a emborracharse del miedo que extraen de niños con el don del resplandor. La película empieza muy dubitativa centrándose en tres frentes: primero, la secuela estrictamente con el desarrollo del calvario que arrastra a Jack desde su infancia y las atrocidades de su padre; segundo, el descubrimiento de Abra de sus poderes, la pequeña compañera de aventuras de Jack, y su proceso de adaptación al resplandor y las amenazas que ello conlleva; y, finalmente, el plan maquiavélico de Rose The Hat y sus secuaces para alimentarse de los poseedores de dicho don. Doctor Sueño es muy irregular, en buena parte, por un torpe desarrollo que, desde su inicio, ya poco sugerente, es incapaz de generar una atmósfera cautivadora y la tardanza en confluir las tres tramas es un lastre en un montaje altamente desproporcionado en duración y poco conciso en su propuesta narrativa.
Entre los hallazgos de esta decepcionante secuela se encuentran el buen manejo de la cámara de Flanagan, su capacidad para crear tensión y el buen uso de los códigos del terror, aunque, eso sí, a veces abusa de los sustos y efectos más evidentes y tramposos. Otra de las fortalezas, en el terreno interpretativo, es Ewan McGregor (Christopher Robin) como el adulto Jack, un rol más interesante en la vertiente dramática y el desarrollo de los estragos (alcoholismo y depresión mediante) de los hechos acaecidos en 1980 que no en su papel de héroe contra las fuerzas malignas. Por su lado, la estupenda Rebecca Ferguson (Misión Imposible: Fallout) es una icónica villana, una borracha del miedo que extrae a los niños con el don del resplandor, vampiriza el legado de la película de Kubrick para asimilarse al universo imaginado por King. Quizás, a fin de cuentas, Doctor Sueño sea más un ejercicio de intento reconciliación de Stephen King con la película del director de Eyes Wide Shut por parte de Mike Flanagan que la vocación de construir un doblete a la altura de su antecesora.
Doctor Sueño navega sin rumbo fijo entre estas dos aguas y motivado en querer superar estos dos ambiciosos objetivos, Flanagan naufraga en ambas direcciones. La película cuenta con alicientes y algunos notables hallazgos, pero los errores son mucho más numerosos y la orfebrería narrativa cae por su propio peso. Volver a escuchar esas notas musicales por la carretera perdida en la frondosidad, regresar al recóndito Hotel Overlook y un tercio final destinado al fan service no son suficientes para cimentar una cinta que aporta mucha más información de la requerida y esperada. No se trata de que la sombra de El resplandor sea alargada es que Doctor Sueño rompe la magia de aquello que era perfecto. Por eso, en tantas ocasiones, se usa el adjetivo intocable.
Lo mejor: Destellos de imaginería visual
Lo peor: La sobre explicación de interrogantes y del nuevo universo explorado
Nota: 4