Dioses y perros: No es que falte el dinero

Con Dioses y perros no hay dilema posible, porque es exactamente lo que aparenta: una película de bajo presupuesto, de limitada factura técnica y de escasas pretensiones. Pero el problema no es que falte el dinero. Las buenas intenciones que se atisban en algunos rasgos de la película, desde una historia de amor que podría haber sido bonita, un retrato de lo más sórdido de Madrid o un reflejo realista de la crisis económica, se convierte en una película irreal. Y eso, teniendo en cuenta que tiene un claro anhelo de que el realismo sea su mejor baza, lastra por completo el resultado final, llevándose por delante las buenas intenciones. Y si el final fuera todavía una pequeña redención, hasta se podrían olvidar algunas cosas, pero su resolución es abiertamente torpe e improvisada.

Hugo Silva en Dioses y perros

Hugo Silva en Dioses y perros

Es una pena que la película naufrague sobre todo por su pareja protagonista. Hugo Silva (El cuerpo) y Megan Montaner (Por un puñado de besos) encabezan un buen reparto, haciendo un esfuerzo apreciable por meterse en sus personajes, por darles ese toque realista, amargo en el caso de él al interpretar a un boxeador retirado, melancólico y con muchos obstáculos en la vida, y divertido en ella, con una profesora que no para de hablar y que quiere ser agradable con todo el mundo, incluso con los desconocidos. Rascando más en la película, lo mejor de largo son las premisas de los personajes, todos girando en torno al de Hugo Silva, el hermano, el amigo, la mujer del amigo, el entrenador… De alguna manera, queda la sensación de que había material para hacer algo más que lo que ha hecho David Marqués (En fuera de juego) basándose en la novela de Jesús Martínez Balmaseda.

Dioses y perros debe su título, precisamente, a lo que peor explicado está en la película. El concepto aparece en un tramo final que cae en la torpeza y que, en su nula verosimilitud, se lleva por delante el realismo que quería tener la película, el que en realidad necesitaba tener. La baza emocional era la mejor que podía jugar la cinta, y a ratos casi parece que lo puede hacer con cierta habilidad. Pero son espejismos, probablemente como resultado del mencionado esfuerzo de Silva y Montaner y de la agilidad que le dan a sus diálogos. Al final, las tragedias que se cuentan no lo parecen tanto, los problemas que se plantean no acaban de sentirse tan importantes, y las alusiones a la crisis se quedan en una hipoteca y en varios carteles de “se alquila” en locales cerrados que se ven de fondo durante el paso de los personajes.

Todo se antoja bastante insuficiente, pero esa irrealidad se come la película en el mencionado tramo final. Ahí es donde más se nota no ya sólo esa falta de dinero sino sobre todo la poca habilidad para suplir esa carencia, porque la escena climática es un globo que simplemente se deja escapar y que se desinfla solo, sin demasiada lógica. Y por eso, la conexión con los personajes, si ha llegado a existir, ahí se rompe por completo. A eso, además, hay que añadir que el montaje es algo descuidado con muchos insertos de planos difíciles de explicar, o que la música falla a la hora de dar a la película la ambientación que necesita. Lo que no se consigue en el guión, tampoco se mejora desde el punto de vista técnico.

Megan Montaner y Hugo Silva en Dioses y perros

Megan Montaner y Hugo Silva en Dioses y perros

Y sí, Silva y Montaner piden a gritos empatía para que la película no naufrague. Pero es muy complicado entregársela. Al final, se siguen sus avatares porque no queda mucho más remedio en la búsqueda de un final satisfactorio, pero no se deja sentir la emoción que necesita la historia, quedándose muy lejos de todo lo que quería ser. Ni siquiera el gancho del boxeo, que tan buen resultado da casi siempre en el cine norteamericano, es suficiente para que se pueda salvar algo de Dioses y perros, un quiero y no puedo constante.

Puntuación: 3/10

Ficha artística y técnica

España. Dirección: David Marqués. Interpretes: Hugo Silva (Pasca), Megan Montaner (Adela), Elio González (Toni), Juan Codina (Fonsi), Lucía Álvarez (Gloria), Enrique Arce (Colomo), Miriam Benoit (Carmela), Ricard Sales (Mario), Víctor Palmero (Jano). Guion: David Marqués, con la colaboración de Rafael Calatayud Cano; basado en un relato de Jesús Martínez Balmaseda. Producción: Kiko Martínez. Música: Mario de Benito. Fotografía: Eva Díaz Iglesias. Montaje: Jota Aronak. Dirección artística: Salvador López. Vestuario: Ana María Bernal.

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