Basada en hechos reales, Diaz, no limpiéis esta sangre no cesa de hacer alarde de su dureza, y es que si se cuenta un acto como el que tuvo lugar en esta escuela italiana de Génova, se debe contar con propiedad y detalles. El cineasta Daniele Vicari es quien nos trae este drama político del que no dudo que dará mucho que hablar. Este director,que ya ha trabajado en el género documental, y que también ha llevado a cabo algún que otro largometraje, se centra en el tema social. En Diaz, no limpiéis esta sangre, nos pone entre la espada y la pared y propone al espectador entrar en un debate ético, y sobretodo moral. Aunque desde el principio, no será difícil decantarse por un bando, cosa que para mi no es para nada favorable a la película.
Corría el año 2001 cuando en Génova tuvo lugar una conferencia del G8, y la ciudad se volvió todo un acorazado. La policía vigilaba, y la seguridad velaba por los dirigentes más importantes del planeta. Aún así, grupos grandes de jóvenes activistas que trataban de librar su propia batalla, tuvieron constantes enfrentamientos con la policía, resultando muerto uno de los jóvenes en los primeros días. Usaban como cuartel general una escuela, que la policía no tardó en asediar, y esa noche se produjo una de las más aberrantes violaciones contra los derechos humanos de los últimos 100 años.
La cinta se desarrolla a través de varios personajes, con lo cual podemos ver la situación desde diferentes puntos de vista. Activistas violentos, jóvenes organizadores cuya única intención es evitar el caos y evacuar Génova de manera que tanto genoveses como extranjeros no corran peligro, activistas ancianos pero aún así pacíficos, periodistas, e incluso policías que consideraron su propio trabajo aquella noche como una aberración.
Quizás es verdad que la película peca de demasiado sensacionalismo oculto entre sus buenas intenciones. Bien es verdad que aquello que se produjo en esa escuela fue muy grave, y que los culpables de aquella violenta situación salieron indemnes, ya que gente de muy arriba también se vio implicada. Bien es verdad que da lo que el público espera ver: palos, palos, y más palos. Cualquiera que la vea llegará a pensar: ¿qué clase de policía, derechos y leyes existen en Italia?. Pero volvemos a lo que dije al principio del párrafo, el sensacionalismo copa esta cinta que al menos para mí, podría haber llegado un poco más lejos.
En resumidas cuentas, Díaz, no limpiéis esta sangre es un retrato que tiene testimonios pero un tirón un tanto peculiar. Las interpretaciones no llegan a ser gran cosa, ya que algunas se van de dramatismo y otras se van tan de madre que parecen salidas de una película de Almodóvar.
Lo mejor: Te cuenta sucesos que quizás no sabías, o que probablemente los medios podrían haberte ocultado.
Lo peor: 120 minutos parecen demasiados para una denuncia.
Puntuación: 5/10