Las comedias románticas siempre son un género muy recurrido en cualquier momento, además, son películas que suelen contar con el beneplácito de la audiencia (no tanto de crítica) ya que sirven para aislarse de sus problemas durante las horas que dure la cinta. Cuando Harry encontró a Sally, Love Actually, Notting Hill o La boda de mi mejor amigo (por citar algunas) han sido comedias románticas que han trascendido más allá de su año de estreno. Para un servidor, su comedia romántica favorita siempre será Amigos de más. Con todo esto llega Cualquiera menos tú, una cinta que quiere situarse entre esas comedias románticas que sirven para recurrir a ella cuando nos apetezca desconectar, reírnos y ver una cinta sin más pretensión que esa, la diversión. También hay que decir que es una cinta que conseguirá subir la temperatura de los espectadores con la química desbordante de sus dos protagonistas, Glen Powell y Sydney Sweeney, que consiguen hacer explotar el medidor de química. Una cinta que no reinventa la rueda, pero que consigue con creces entretener
Cualquiera menos tú nos cuenta la historia de Ben y Bea, dos personas que se conocen en circunstancias un poco rocambolescas. Después de una noche juntos, una serie de desaciertos hará que no se vuelvan a ver hasta la boda de su hermana y de su mejor amiga, lo que hará que la celebración de la boda sea de lo más loco posible. Cualquiera menos tú consigue hacer que una historia donde fácilmente se podría haber solucionado todo en cinco minutos, funcione durante casi dos horas y no baje el ritmo en ningún momento. Esto se consigue poniendo a los personajes en situaciones realmente divertidas, tener unos gags muy bien hilados y que todo lo que se vea en pantalla fluya sin que se note forzado. Así todos los momentos de comedia salen solos, hacen que las risas sean genuinas y no dan vergüenza ajena como en algunas películas del género. Quizás si que hay algún personaje secundario que podría sobrar o que está ahí para hacer avanzar la trama de alguna manera, pero poco más. Es quizás alguno de los peros de la película.
Pero todo eso se perdona por la complicidad y la química que tienen Glen Powell y Sydney Sweeney. Ambos actores están ahora mismo siendo las estrellas emergentes de Hollywood, uno haciendo películas de sagas míticas (Top Gun: Maverick) y ella siendo la chica de moda (The White Lotus o Euphoria, como ejemplos). El talento sabíamos que lo tenían, lo que no sabíamos era que la química entre ambos iba a ser tan espectacular, haciendo que solo queramos ver secuencias entre ellos, ver cual es la siguiente pullita que se van a lanzar o que es lo que van a hacer. Tal es así la química que incluso en las secuencias subidas un poco de tono (tampoco hay muchas) consiguen hacer que incluso a los espectadores les suba la temperatura corporal. Creo que hacía mucho tiempo que no veía una elección de reparto tan bien elegida y que compenetrasen tan bien. El resto de los actores cumplen con creces, mención especial a la secuencia con un Koala, el cual se come la escena por completo.
Cualquiera menos tú hará las delicias de los amantes de las comedias románticas ya es divertida, dinámica y desprende un aroma a diversión que hacía mucho que no veía. Sus dos actores protagonistas están en estado de gracia y las situaciones de comedia, que en muchas ocasiones dan vergüenza ajena, aquí están mejor llevadas. Una cinta que además hace que querer viajar a Sidney sea casi obligado por lo maravilloso de sus vistas. Una cinta que no reinventa nada pero que es de los más divertido que se ha estrenado en mucho tiempo.