Edward Berger dio la campanada hace dos años con el estreno de Sin novedad en el frente, un remake de la cinta homónima de 1930 y dirigida por Lewis Milestone. La cinta fue un increíble éxito en Netflix y le proporcionó un buen puñado de nominaciones a los Oscars donde consiguió Mejor película internacional, mejor fotografía, mejor banda sonora y mejor diseño de producción. Con todo esto el nombre de Edward Berger comenzó a sonar y su siguiente proyecto seria mirado con lupa. Bueno, pues dos años después del éxito de Sin novedad en el frente nos llega Cónclave, una cinta que poco o nada tiene que ver con su anterior película pero que sirve para ver como Berger se mueve como pez en el agua dentro de los enrevesados pasillos del Vaticano para realizar un Juego de Tronos en la Santa Sede donde nada es lo que parece y las traiciones están a la orden del día. La cinta se presentó en el pasado Festival de cine de San Sebastián donde consiguió buenas críticas y donde comenzó su, más que segura, carrera hacía los Oscars. Una cinta de esas que merecen verse en una pantalla grande con un bol gigante de palomitas.
Cónclave es una cinta que no da respiro al espectador y rápidamente coloca las cartas sobre la mesa. El Papá ha muerto y los Cardenales tendrán que encerrarse para votar al nuevo Papá, pero claro, no todos tienen las mismas posibilidades es entonces cuando comienza una carrera para ganarse la confianza de los demás y ser el nuevo sumo Pontífice. Contado así, rápido y mal, parece que la cinta puede ser algo realmente aburrido y donde lo único que harán los personajes será hablar, hablar y hablar. Pero nada más lejos de la realidad, la cinta tiene un ritmo realmente endiablado y con una música que pondrá los pelos de punta en más de una ocasión, por no hablar que la música en muchos casos hace que secuencias que no tienen nada de trascendental sean lo más épico que puedas ver. Con todo esto, Edward Berger crea un thriller realmente interesante donde saca a la luz los trapos sucios que se esconden detrás del Vaticano y de la elección del nuevo Papá. Aquí veremos como las traiciones, los puñales y las enemistades hacen acto de presencia para desestabilizar a los contendientes y que finalmente únicamente quede uno.
El guion, basado en la novela del mismo nombre de Robert Harris, recuerda en muchos casos a El código Da Vinci, donde los misterios, el thriller y las traiciones estaban a la orden del día. Cónclave sabe jugar muy bien con el misterio dentro del espectador para mantenerle con los ojos puesto todo el rato en pantalla y que ellos mismos puedan hacer sus elucubraciones de que es lo que ocurre en pantalla. Al final la cinta se erige como un divertimento realmente potente donde todo está al servicio del espectáculo y lo consigue. Es una cinta que no esconde nunca su intención de hacer pasar al espectador dos horas de pura diversión, de pensar si lo que está viendo puede darse en alguno de los cónclaves y ver como los cimientos de la Iglesia se pueden tambalear con un final digno de los mejores trabajos de M. Night Shyamalan. Y es que Edward Berger se ha juntado con una serie de actores realmente potente y que saben perfectamente cautivar al espectador. Empezando por el enorme Ralph Fiennes, que lleva todo el peso de la cinta sobre sus hombros, siguiendo por Stanley Tucci o John Lithgow. Pero sin duda, la que consigue mucho con poco es Isabella Rosellini, que tiene uno de los monólogos más potentes de la cinta y que hace tambalear todo.
En definitiva, Cónclave es una cinta hecha por y para el disfrute de todo el mundo. Es un Juego de Tronos dentro de la Iglesia Católica y que seguramente a más de uno pondrá nervioso. Tiene tensión, intriga, toques de humor y momentos que se quedan en la retina. Alejada de lo que fue Sin novedad en el frente, es muy interesante ver hacía donde va el cine de Edward Berger alejado de las grandes marcas como Netflix, porque sabe dirigir y sabe perfectamente dar al espectador lo que quiere. Un notable thriller católico.