Como perros salvajes: Caída libre

Muchos cineastas, estando en el lugar adecuado y sabiendo qué fichas mover para alcanzar sus objetivos, se niegan a pasar por el aro. Y Paul Schrader (American gigolo) es uno de ellos. Su naturaleza inquieta y contestataria siempre tiene la última palabra. Para bien o para mal hace lo que le viene en gana y no pasa nada si falla en la propuesta, porque seguirá con la cabeza bien alta su particular búsqueda de una utópica iluminación espiritual. Pero también es mortal. El tiempo pasa para todos y éste, consciente de sus limitaciones, busca ahora una jugada que le permita continuar en la partida. Aunque no siempre se tengan las mejores cartas.

Nicolas Cage y Willem Dafoe en Como perros salvajes

Nicolas Cage y Willem Dafoe en Como perros salvajes

Como perros salvajes, su último trabajo como director, adapta la obra homónima de Edward Bunker, reputado escritor de novela negra que algunos conocieron en su faceta interpretativa (Reservoir Dogs). Una historia crepuscular de tres criminales que le permite regresar a un género bien conocido. Eso sí, olvidándolo todo esta vez y afrontando el reto como un cineasta primerizo. Para ello se ha rodeado de buenos amigos con los que contrarrestar la escasez presupuestaria y le ha puesto ganas, diciendo «aquí estoy» en cada secuencia, desorientando al espectador con impredecibles cambios de tono y alguna imagen impactante. Pero mal vamos si emplea ese tipo de recursos quien conseguía mayores logros chasqueando los dedos.

El mismo señor que quiso fusionar la narrativa de Bresson con el noir americano, que reinventó el neorrealismo con Martin Scorsese y salpicó de sangre los púlpitos cristianos, emplea en la actualidad ciertas moderneces, deudoras de Quentin Tarantino o David Lynch. Ya podrán por tanto imaginarse el desaguisado. Como si hubiese dejado la edición del material filmado en manos de unos alumnos de cine. Y la cosa no mejora cuando el guión de Matthew Wilder (Your Name Here) resulta más inconexo y confuso que el mal recuerdo de una borrachera (pudiendo ser intencionado). Demasiados peros que no se salvan con efectivas interpretaciones (el mismo Nicholas Cage (Snowden) tiene sus momentos junto al genial Willem Dafoe (Bajo la misma estrella)) ni complejas lecturas de fondo que maneja en sus tramos más dramáticos.

Nicolas Cage en Como perros salvajes

Nicolas Cage en Como perros salvajes

Un seguidor de este «refugiado» calvinista entenderá su actual situación si se para a observar la figura de un personaje que sale en pantalla, bastante sugerente. Lo interpreta el mismo director y se llama (o mejor dicho, le llaman) «El Greco». Es un señor mayor de voz rota, cómodo en su asiento y seguro de sus palabras, pero inmóvil, maltrecho y desencantado. Eso supondría el visionado de esta película para muchos que conocen su filmografía y no valoran positivamente sus escasas virtudes, imaginándola en un tono más realista y situándola en una época más propicia. Eso parece decirnos una útlima secuencia que recuerda el cine de Bogart, resonando como el grito de auxilio de un cinéfilo, algo a lo que nos tiene acostumbrados en el último rollo.

Lo mejor: Willem Dafoe.

Lo peor: Confirma la falta de rumbo de su director.

Puntuación: 5/10

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