Cementerio de animales: Mucho humo y pocos sustos

La nueva adaptación de la archiconocida novela de Stephen King venía con un “hype” estupendo gracias a sus excelentes tráilers (aunque bastante reveladores) y una muy buena acogida en el Festival de Cine Fantástico de Austin (SXSW). Pero Cementerio de animales dista mucho de ser el producto que se nos ha vendido hasta ahora. Los directores Kevin Kölsch y Dennis Widmyer (recién salidos de la serie de televisión de Scream) impregnan la cinta de buena factura y una imagen que roza el escalofrío, pero a la hora de ofrecer algo novedoso apenas arriesgan y caen en el mismo aburrimiento que cayó su predecesora cinematográfica de 1989, Cementerio viviente.

Jason Clarke en Cementerio de animales

Jason Clarke en Cementerio de animales

Una familia se muda a un localidad en medio del campo y su residencia hace linde con un cementerio de animales. Un día el gatito de la familia fallece y un buen vecino ayuda al cabeza de familia a enterrarlo en la “trastienda” del citado cementerio. A la mañana siguiente el felino ha resucitado pero ya no es tan encantador como lo era antes. Esta es la premisa de Cementerio de animales, la misma que la novela homónima de King, y la misma con la que el propio autor elaboró el guion del Cementerio viviente. Esta nueva versión se limita a arreglar el guion del propio King, a cambiar un par de elementos, uno de ellos muy peliagudo (se adapta a los tiempos que corren pero quizá la opción del libro y la anterior película era más dura), y a elaborar un final más actual. El resto es lo mismo, es decir, que no se han molestado en impregnar algo de ritmo al argumento.

La dirección es bastante solvente y cuidada. Consigue dar esa sensación de mal rollo perturbador que tanto nos ofrece el cine actual de terror más comercial. En algunos momento peca de querer introducirnos mucho en la atmósfera y se les va la mano con la máquina de humo. Hay momentos en los que el cementerio parece más el decorado de un video musical de los años ochenta que un tétrico camposanto. Intencionado o no este Cementerio de animales carece de sustos. Ya sean buenos o malos, vistos o no vistos… y el caso es que el tráiler (una vez más vende lo que no hay).

John Lithgow en Cementerio de animales

John Lithgow en Cementerio de animales

Siempre es bueno encontrarse a John Lithgow (Dando la nota 3) en una película y más cuando le toca un papel agraciado. Incluso nos hace olvidar al también entrañable Fred Gwynne (eterno Herman Munster en La familia Monster) de la anterior versión. Él solo es capaz de eclipsar a un reparto intrascendente cada vez que aparece en pantalla. Jason Clarke (El escándalo Ted Kennedy), el protagonista que no encabeza el poster, ya lo dice todo. Es un actor que estaba destinado a convertirse en estrella pero su mal agente no le debe aconsejar bien y aquí está poniendo cara de circunstancia en todo momento. No corre mejor suerte la que interpreta a su esposa, Amy Seimetz (Alien: Covenant), quien parece poner empeño en aquellos momentos en los que se enfrenta a su pasado, pero no consigue transmitir la angustia del momento.

En resumen, Cementerio de animales es otro remake hecho exclusivamente para nuevas generaciones que no conozcan el original. En este caso lo tenían muy fácil, pues la versión anterior no era una obra maestra, pero ni aun así han sido capaz de hacer algo más entretenido. Se han limitado a adaptarla a las nuevas generaciones y ya está. Algo que ya ocurrió con remakes como el de Desafío total (2012) o RoboCop (2014).

Lo mejor: Técnicamente (a excepción de la saturación de humo en algunas escenas) está muy cuidada.

Lo peor: Es aburrida y carece de sustos.

Puntuación: 4/10

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