Al salir de ver Cazafantasmas: Imperio helado comentaba con un amigo que quizás ya estamos atravesando una época en nuestra vida donde nos estamos haciendo mayores, donde películas que antes, quizás, nos hubieran entusiasmado ahora nos resultan algo aburridas o que no tienen el interés que podría tener. Pero es cierto que Cazafantasmas: Imperio helado puede hacer las delicias de aquellos acérrimos seguidores de las entregas originales o de aquellos que se hicieron fan con la entrega anterior, pero es cierto que a esta nueva entrega de Cazafantasmas le falta garra, de falta espíritu y le falta ideas. Está claro que la anterior entrega, Cazafantasmas: Más allá, sirvió como una especie de reboot/remake de la saga donde se presentaban a nuevos personajes, nuevas amenazas, pero no dejaba de ser un lugar conocido, de haberlo vivido ya antes. Con Cazafantasmas: Imperio helado la cosa se tambalea bastante pronto y deja esa sensación de saga agotada o que la historia que querían contar no daba mucho más allá. Y a mí, quien escribe esto, no deja de rondarme la cabeza que todo esto surgió como contestación a la mejor película de Cazafantasmas desde la original, aquella que estaba protagonizada por Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon, Leslie Jones y Chris Hemsworth, y que tenía Cazafantasmas por nombre.
Cazafantasmas: Imperio helado tenía todo para intentar ser aquella continuación que hiciera que la franquicia siguiera viva, pero tiene bastantes problemas a la hora de ejecutar su historia. La primera de todas es que no saben que quieren contar en esta historia ¿una película sobre hacerse mayor? ¿una película sobre el significado de familia? ¿sobre el amor? ¿sobre quienes somos y que queremos ser? Todo ello no se aclara hacía donde va la cinta y lo único que conseguimos es ver secuencias, una tras otra, sin ningún hilo conductor claro y sin una clara sintonía entre ellas. Todo lo que pasa en la cinta es circunstancial y solo afecta a esos cinco minutos que dura. Y esto hace que la película aburra, que, desde la secuencia inicial, hasta cerca del clímax, todo lo que vemos es a los personajes dar vueltas, a lo personajes sin saber en que dirección van, y esto lastra por completo la cinta. La otra cosa que puede hacer que la cinta caiga es que casi todos los protagonistas de la cinta anterior han quedado relegados a secundarios sin apenas peso en la cinta, que los nuevos personajes que aparecen tampoco tengan un peso claro dentro de la misma. Tienen una falta de tono bastante grave que hace que en todo momento no sepas muy bien por donde quiere tirar.
Y se nota en parte también en la ejecución de las, tres o cuatro, escenas de acción que tiene. Son escenas que ayudan al espectáculo, que ayudan a volver a poner atención en la cinta y que despiertan algo de interés. Pero tienen otro problema como escenas que parece que ya hemos visto en algún otro momento o a lo largo de la propia saga. Y si la cosa no funciona, rápidamente tiramos de fan service para intentar sacar la sonrisa de turno y decir “como me acuerdo de esta parte”. Pero también hay que decir que su clímax final ayuda un poco a mejorar el sabor de boca que deja la película. No es el mejor final que se ha visto en la saga y tampoco es nada del otro mundo, pero si que se siente que han sabido darle el sentido a todo ese batiburrillo de ideas que querían mostrar en la cinta. Es entonces cuando las preguntas que he formulado antes tienen algo de respuestas y toda gira alrededor de la familia, del amor y de saber cual es nuestro lugar en todo momento. Pero claro, todo esto sucede en los últimos veinte minutos, y la cinta dura dos horas, por lo que es complicado salir satisfecho de esta manera.
Incluso esto se traslada a los protagonistas. Paul Rudd y Carrie Coon quedan completamente relegados en esta entrega a meros secundarios que, quizás, tengan media hora o menos en pantalla. Incluso el nivel de humor de Rudd se ha visto relegado a la nada. Finn Wolfhard, que con su estatus de chico Stranger Things, ha visto como su papel ha quedado relegado a la nada, como si su protagonismo no existiera. Ahora todo este peso lo lleva McKenna Grace, que ya lo era, pero con algo menos de protagonismos en la anterior entrega. Y lo cierto es que Grace está bien, consigue llevar sobre sus hombros la historia, consigue convencer y consigue que empaticemos con ella en bastantes momentos. Pero cuando parece que la cinta quiere despuntar, el guion decide tirar de fan service y volver a recuperar, porque sino parece que la cinta no puede valerse por sí sola, de los clásicos. Y esto hace que el fan service de la misma esté mal metido, se note un poco el calzador y solo levante los aplausos de los fans acérrimos.
Duele un poco ver como la saga Cazafantasmas ha ido tambaleando de un lado a otro desde Cazafantasmas II. Solo vimos algo de luz con Cazafantasmas, la de Paul Feig, que intentaba por todo ser divertida, ofrecer cosas diferentes y proponer algo nuevo. Pero el ego es el ego y ahora tenemos este nuevo intento de revalorizar una saga que parece anclada en un pasado que no sabe soltar. Podríamos decir lo mismo de algunos productos como Star Wars, que siguen mirando al pasado más que mirar al presente. Cazafantasmas: Imperio helado es un clavo en una franquicia que está pidiendo ya un cierre final, un cierre que no haga convertirse a la saga en aquella donde la única buena es la primera y el reboot femenino. Ojalá se redirija la dirección si tenemos una tercera entrega, pero la cosa pinta bastante mal.