Nada nuevo en el panorama cinematográfico adolescente. Si bien en algunos casos se opta por el chico rebelde con causa que esconde sus sentimientos más humanos bajo una chupa de cuero, un peinado perfecto, una mirada entrecerrada y un cigarro en los labios; en Bajo la misma estrella se opta por un chico que desprende simpatía y encanto en cada mirada, sonrisa y palabra que dice, sin ocultar ningún sentimiento tras la ropa normal que lleva, la mirada entrecerrada y el cigarro en sus labios sin encender, pues el tabaco mata, y si este chico además ha tenido cáncer, tendría delito que ahora lo encendiese a sabiendas de todos los peligros que supone fumar. Lo del cigarro apagado, una metáfora por lo visto.
La chica sí cumple con el ideal de todas estas películas con independencia de cómo sea el chico: Hazel (Shailene Woodley (Divergente)) es tímida, buena, dulce y guapa; y, en este caso, se le añade que sufre cáncer de tiroides, que no es por capricho del guión -ni mucho menos- , sino que la historia trata de eso: de cómo ha llevado y lleva su cáncer siendo la propia chica quien narra su experiencia con la enfermedad y -como no podía ser de otra manera- con el chico de su vida (Ansel Elgort (Carrie (2013))). Todo ello lo contará en voz en off a modo de diario o de presentación en un grupo de apoyo.
Nada más comenzar, la protagonista se disculpa con el espectador porque le va a contar una historia triste: “la de verdad”. Pues aunque a ella le gusten –como chica que es, dice- las historias románticas donde todo tiene arreglo con una canción o una disculpa, la suya no es así, ya que -y cito textualmente-: “Esa no es la verdad”, a lo que continúa diciendo que “Ésta (por su historia) es la verdad” finalizando, como antes he señalado, con un “Lo siento”. Genial, ya sabes que no será una bobada romántica donde todo se soluciona por arte de magia en un final donde lloras de felicidad. ¿Significa esto que además esta película puede ser diferente al resto de índole dramática adolescente? Una gran parte de la gente que la ha visto opina que sí, que es diferente. No lo es para mí, pues considero que Bajo la misma estrella se adentra con cada minuto que pasa más y más en los tópicos para extirpar lágrimas propios de estas cintas sin cortarse por ello en ni un solo momento.
Bajo la misma estrella ha agradado bastante a la crítica americana, a pesar de que algunos de sus textos coincidan en lo mismo: «Un descarado aparato lacrimógeno” (Claudia Puig: USA Today) o «Camina en el filo entre la sensibilidad emotiva y la explotación vulgar» (Andrew Barker: Variety). Sin embargo, a ambos responsables de los comentarios citados (y a otros críticos que comparten más o menos la misma idea) les ha gustado, así como estoy segura de que le gustará a muchísima gente más allá de los adolescentes que ansían su primer amor mientras devoran multitud de películas como esta. El porqué de su éxito y buena aceptación es evidente: Bajo la misma estrella es, a simple vista, agradable, llevadera, romántica y con humor dentro del drama que cuenta. Y eso, por lo visto, parece más que suficiente para obviar toda la manipulación explícita en su pretendida sencillez mediante esos personajes siempre tan encantadores dentro de una historia cursi, donde la única intención es que el espectador no tenga más pañuelos en los que poder sonarse la nariz y secarse las lágrimas. Lo dicho: nada nuevo en el panorama cinematográfico adolescente.
Lo mejor: La interpretación -y el personaje- de Willem Dafoe (El gran hotel Budapest) como el escritor Peter Van Houten.
Lo peor: La incapacidad para no caer en los tópicos lacrimógenos fáciles.
Puntuación: 4/10
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