Assassin’s Creed se ha convertido, por méritos propios, en una de las sagas más importantes de los videojuegos de los últimos años. Ubisoft encontró con ella a la gallina de los huevos de oro, en especial con la saga de Ezio Auditore que abarcaba Assassin’s Creed II, Brotherhood y Revelations. Después, la saga comenzó a desvariar, pero hay que reconocer que Assassin’s Creed III conseguía convencer con su historia sobre América. Pero desde Unity y Syndicate la saga comenzó a estancarse y buguearse. Por ello, Ubisoft se dio un par de años para volver con fuerza con su saga insignia, con perdón de Just Dance, y así nos regalaron Assassin’s Creed: Origins y Assassin’s Creed: Odissey, que devolvieron la saga al lugar que merecía. Pero, seguían teniendo problemas en cuanto bugs, en cuanto a longitud del mapa y la duración del propio juego. Por ello, cuando se anunció Assassin’s Creed: Valhalla, muchos quisieron saber la duración de este, la longitud del mapa y como iría la historia. Assassin’s Creed: Valhalla recoge la época vikinga para contarnos una historia de lealtad, hermandad y sangre con toda la mitología nórdica de por medio. Assassin’s Creed: Valhalla es un buen videojuego, muy entretenido y con contenido para muchas horas, pero ese es el principal problema que tiene, que Ubisoft no sabe medir bien la longitud/duración de la historia, por muy interesante que sea.
Ante todo, estamos en un juego claramente de Ubisoft. Pueden tener muchos fallos a lo largo de sus juegos, pero en aquellas obras que saben que tienen importancia ponen toda la carne en el asador. Y con la deriva que ha tomado Assassin’s Creed se lo están currando. Al final son expertos en realizar juegos de mundo abierto, te dan horas y horas de aventura, de búsqueda, de cosas por hacer y puedes tirarte horas hasta descubrir todos sus secretos. Con Assassin’s Creed: Valhalla además tienen la mitología nórdica que tan de moda se ha puesto ahora que incluso Kratos ha decidido darse una vuelta por aquellas tierras. Pero es una mitología que llama la atención, sus dioses son conocidos por todos (seguramente muchos por Marvel y Thor) y han sabido compaginar perfectamente la parte histórica con la parte más de los mitos. Controlar a Eivor enfundada en la armadura de Thor es una auténtica gozada. Además, ahora también juega mucho con el tema del rol, de las stats del personaje y de las decisiones que tomes durante la aventura para ver un final u otro o decidir la muerte de algunos personajes. Todo ello hace que la experiencia de juego sea buena, muy buena diría, puedes hacer lo que quieras desde el principio, puedes recorrer el mapa a tu gusto siempre sabiendo que si vas a zonas de alto nivel puede que la próxima vez nos veamos en el valhalla. Pero Assassin’s Creed: Valhalla vuelve a caer en los mismos errores que en sus anteriores entregas y no es que sea del juego, es que Ubisoft entiende mal lo de más contenido más diversión.
De un tiempo a esta parte, muchos desarrolladores piensan que la gente quiere juegos que duren una eternidad, que sean largos, que nos ofrezcan contenido para cientos de horas porque nunca se cansarán. Pero no es así. Al final, si la historia que quieres contar la puedes hacer en pocas horas mejor, todo lo que no sea relevante para la historia es paja. Y Ubisoft mete mucha paja en Assassin’s Creed: Valhalla. Hay paja porque Ubisoft alarga sobre manera la historia que quiere contar y voy a poner ejemplos de ello con algún que otro spoiler, pero es necesario para poder analizar a fondo el título. En Valhalla tenemos tres mapas. Tres (cinco si contamos un par de mapas secretos que no quiero nombrar). Noruega, donde pasaremos el diez por ciento de la historia, Inglaterra, donde estaremos el ochenta y cinco por ciento y Vinlandia, donde estaremos un cinco por ciento, siendo esta última un añadido de más porque lo mismo que se cuenta en ella se podría haber hecho en Inglaterra. Inglaterra es enorme, cuando llegas después de haber completado parte de Noruega te asustas de la longitud del mapa, de las diferentes zonas que tiene y que tienes que recorrer todas para poder avanzar en la historia y, si sois completistas, os perderéis horas y horas en su mapa. Porque Ubisoft no conoce el concepto de pequeño, o reducir el mapa. No. Ellos quieren cuanto más grande sea el mapa, mejor. Llego un punto del juego en el que incluso me planteé dejarlo por no poder más con él, por montar a caballo y ver que mi objetivo estaba al otro lado del mapa. Al terminarlo, con el platino conseguido, la duración de la partida marcaba ciento cuarenta y tres horas. Muchas horas invertidas para que el final fuera de todo menos épico.
Este es, principalmente, el problema de Assassin’s Creed: Valhalla: Querer abarcar mucho. Horizon: Zero Dawn era un juego de mundo abierto y su platino no me llevo más de sesenta horas de juego, y su mapa era grande, pero abarcaba lo que tenía que abarcar, sin misiones de relleno más allá de algún encargo. O Maneater, el juego donde manejas a un tiburón que va metiendo el miedo en los veraneantes de una región. Es mundo abierto, con toques de rol y que no duraba más de veinte horas. Si al final se quiere, se puede hacer un juego mucho más centrado, compacto y sin alargues de más. Con todo esto no digo que el juego no me haya gustado, al contrario, me ha gustado mucho su historia, sus personajes y la forma que tiene de introducir todo el tema de la mitología, pero si es cierto que al final termina quemando un poco todo ese tiempo añadido que ha metido Ubisoft para hacer que el juego dure mucho. Si se hubiera quedado en unas sesenta o setenta horas, el juego hubiera sido una obra maestra.
En definitiva, Assassin’s Creed: Valhalla es un juego que recomiendo jugar, pero con la advertencia de que te llevará muchas horas terminarlo. La historia, la jugabilidad, las misiones y su mundo están muy bien, pero las horas y el alargamiento artificial de la historia hacen que pierda algunos puntos, pero es un buen juego.