Alcarrás arranca con unos niños jugando dentro de un coche. En un momento dado, aparece una grúa y se lleva dicho coche, rompiendo por completo los sueños de estos niños que tendrán que buscar un nuevo lugar para jugar y dar rienda suelta a su imaginación. Cerca de allí, en la casa familiar, reciben una noticia donde tendrán que abandonar esas tierras, fuente de ingresos y vida, para dar paso a la implantación de placas solares. Con su segunda cinta, Carla Simón se consagra como una de las voces más importantes dentro del panorama cinematográfico español y una de esas cineastas que saben perfectamente que es lo que quiere contar en su cine y como contarlo. Si en Verano 1993 nos conseguía emocionar con la mirada puesta en los sentimientos de una niña ante una tragedia inevitable, aquí lo hace a través de una familia que ve como el tiempo se les echa encima y no pueden hacer nada para revocar su destino. Alcarrás es un milagro de cinta. Es de esas películas que una vez que la ves nunca te abandonará. Una auténtica joya.
Alcarrás, al igual que Verano 1993, es una cinta que cuenta una realidad, que cuenta algo que seguramente a mas de uno le ha podido tocar de cerca o conocer una situación similar. En Alcarrás, Carla Simón cuenta la historia de una familia que tiene tierras llenas de melocotoneros y que, por una pifia del pasado, tendrán que abandonar y cederlas ante la llegada de la tecnología, de las placas solares, y decir adiós a la vida que conocen y el trabajo. La denuncia que hace Carla Simón es a fuego lento, presenta la situación y a medida que avanza la cinta, va calando poco a poco, vas cogiendo cariño a las personas y queriendo que las cosas salgan bien. Poco a poco vas viendo como esos sueños que al principio los niños tenían metidos dentro de un coche, van siendo los sueños de la familia que lucha por mantener sus tierras, vivir de lo que cosechan y luchar por un sistema que mira más por ellos mismos que por el trabajador que trabaja de sol a sol. Y muestra cómo, en la España rural, la vida no tiene nada que ver como la que se ve día a día en las ciudades, con familiar luchando por llegar final de mes, donde los hijos intentan buscarse un futuro, pero donde ayudar en las labores del campo son el día a día. Y poco a poco va emocionando por el calado que va dejando, por recordar situaciones que se puedan conocer o vivir de primera mano aquello que muestra.
Pero también es una historia de padres e hijos. De madres e hijas. De hermano y hermanas. Es una cinta sobre personas. Una cinta donde todos y cada uno de los integrantes de la familia es importante. Carla Simón sabe muy bien como condensar la información de cada uno de ellos para ir mostrándola poco a poco. Quiere que sepamos que el padre de familia se levanta y se acuesta luchando por las tierras. Que su mujer lucha por esas tierras y que la familia no se hunda. Que su hijo mayor, de quien quieren un futuro mejor, tenga que dejar los estudios algo aparcados por un trabajo que en el futuro será su lucha también. Que sus hijas decidan quienes quieren ser, que tenga ilusión por algo. Todo eso es lo que relata Carla Simón en Alcarrás. Y todo de manera brillante. Hay muchos momentos en los que he recordado a la familia que tengo en Ciudad Real, que viven de la construcción y de la oliva, de mis tíos luchando por un futuro para sus hijos, quienes tienen que buscar poco a poco quienes quieren ser, aunque ya vean parte de su futuro marcado. Alcarrás es la vida de muchas personas y es el día a día.
Además, Carla Simón vuelve a demostrar tras las cámaras el cuidado que tiene en su puesta en escena, es donde coloca la cámara y que es lo que quiere mostrar. Es una cineasta con una delicadeza única y que ojalá nunca pierda, pues se necesitan más voces así, como la de las directoras que están saliendo como Pilar Palomero, Nely Reguera, Carol Rodríguez, Clara Roquet o Arantxa Echevarría, cineastas que están demostrando que tienen mucho que contar. Alcarrás es una autentica joya. Un milagro que se alzó con el Oso de Oro en la pasada edición de la Berlinale y que promete quedarse con nosotros mucho tiempo. Gracias, Carla Simón, por regalarnos algo tan cercano y lleno de sensibilidad.