Aladdín (2019): El príncipe de Bel-Ali

Otra nueva versión en imagen real de otro clásico Disney (y ya van unas cuantos). En este caso toca revisar en representación real, y adaptar a los tiempos que corren, Aladdín de Ron Clements y John Musker. Para escribir la crítica de Aladdín (2019), durante su visionado se me ocurrían infinidad de subtítulos para acompañar el encabezado, ganado por goleada el que da pie a esta reseña. Pero no quiero olvidarme de alguno que incluso hacía más gracia como “Genio: Especialista en ligues” (en referencia a una de la películas de su indiscutible protagonista) o una más puntero como “Disney quiere comprar Bollywood” del que hablaremos en unas líneas. El caso es que de Aladdín (2019) no es tan desastre como se vaticinaba pero tampoco es una obra maestra. Incomprensiblemente está dirigida por Guy Ritchie (Rey Arturo: La leyenda de Excalibur) y protagonizada por Mena Massoud (Jack Ryan), Naomi Scott (Power Rangers) y el plausible Will Smith (Belleza oculta).

Will Smith is the Genie and Mena Massoud is Aladdin in Disney’s live-action ALADDIN, directed by Guy Ritchie.

La historia es la misma que se contó en 1992 (en España 1993) pero como ahora tiene que durar todo más de dos horas pues se han incluido subtramas y algo de reivindicación femenina (que está muy de moda en estos tiempos). El caso es que las subtramas no le sientan mal a la cinta como sí ocurría en La bella y la bestia (2017). Aquí el genio ejerce de paladín de Aladdín (valga la redundancia) y tiene su propia trama (de ahí que Smith no se pasee todo el metraje con la piel azul), y la preocupación de Jasmine por su pueblo está más extendida. También incluye un par de números musicales nuevos con sus respectivas canciones. Apuntar que la película está escrita para el lucimiento de su estrella: Will Smith. Es por ello que hay ciertos pasajes que recuerdan mucho a la serie que le catapultó a la fama y en especial a otro icónico título del actor: Hitch: Especialista en ligues. De esta última hasta han copiado un baile muy similar después de que aparezca el archiconocido “The End”. Hasta aquí todo más o menos correcto pero…

… ¿A quien se lo ocurrió la idea de contratar a Ritchie para esta película? El director inglés pierde prácticamente su sello “macarra” para brindarnos una cinta impersonal, que en algunos momentos roza cotas absurdas. Los bailes y la ornamentada puesta en escena recuerda a cine de Bollywood hasta el punto de que parece igual de cutre (y esta ha costado 100 veces más que cualquier superproducción india). Parece como que Disney se ha propuesto conquistar el mercado indio con esta cinta. Algunos efectos especiales parecen sacados de las animaciones de videojuegos de la década pasada. Y para rematar hay un número musical reivindicando el poder femenino en pleno clímax final, rompiendo toda ¿la magia?. Ritchie, tú antes molabas.

Naomi Scott is Jasmine in Disney’s live-action ALADDIN, directed by Guy Ritchie.

Pero igual que lapido a Ritchie ensalzo a Will Smith. El conocido príncipe de Bel-Air hace que olvidemos al mítico genio del 92 (el malogrado Robin Williams). Es verdad que cuando el personaje se ha rescrito para ti, la cosa es más fácil. Pero es verdad que la película hasta que sale él en pantalla es poco divertida (tarda casi 4o minutos en hacer su aparición como genio). Gracias a los efectos especiales Smith nos divierte igual que Williams lo hizo entonces pero con un punto más actual. También hay que reconocer que su carisma es única. Smith esta perfectamente escoltado por Massoud correcto y una Scott que canta como los ángeles. De cómo todas las canciones nuevas interpretadas por esta suenan o recuerdan al Let It Go de Frozen: El reino del hielo hablamos otro día.

En resumen, Aladdín (2019) es, a pesar de sus números defectos, un producto entretenido y algo más original que otros anteriores. Es verdad que esta moda de adaptar clásicos casi fotocopiando al original empieza a adolecer, pero es que hacer algo original como se hizo en Dumbo (2019), guste o no, no está al alcance de todos.

Lo mejor: Will Smith.

Lo peor: La impersonal e intrascendente dirección y puesta en escena de Guy Ritchie.

Puntuación: 5/10

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