7 Cajas: Carretillas a la carrera

Víctor (Celso Franco) es un niño carretillero de un mercado paraguayo al que le es encomendada una misión aparentemente simple: transportar siete cajas con su carretilla a cambio de cien dólares que necesita a toda costa. Todo parece sencillo, pero nada más empezar el asunto se complica, y poco a poco se da cuenta de que lo que está sucediendo es más grave de lo que pensaba.

Celso Franco en 7 Cajas

Celso Franco en 7 Cajas

La primera película de los directores Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori sorprende por su frescura y resultado de alto nivel partiendo de recursos muy humildes. Esta historia de un joven carretillero (persona que por dos duros transporta la compra del cliente hasta donde él diga) atrapa por muchos factores. El primero es el ritmo; la película funciona como una carrera constante, una especie de persecución en la que los coches o diligencias son sustituidas por carretillas de madera podrida. La “carrera” engancha de principio a fin unas veces por el movimiento, otras por las pausas y diálogos, y y siempre por un montaje bastante preciso.

El apartado visual es suficientemente atractivo; la iluminación de los lugares, siempre dentro del gran mercado en el que sucede todo, crea una atmósfera a veces un tanto artificial, emparentada con los filtros que tan de moda están hoy en fotografía como los de las cámaras Lomo o el programa Instagram. Sin embargo, lejos de parecer un ejercicio demasiado moderno, la mezcla de estos colores con los lugares y protagonistas tan desconchados tiene un resultado muy agradable y que deja la impresión de que con muy poco se ha podido hacer un producto bastante redondo y personal. El ya mencionado mercado resulta un lugar lo suficientemente oscuro, enorme (nunca se presienten sus límites) y lleno de recovecos como para servir de excelente emplazamiento para la historia.

El guión también funciona con corrección. La misión se nos plantea desde un principio, pero  los detalles nos van sorprendiendo a la misma vez que a los protagonistas. Los pequeños giros que observamos están bien resueltos y casi siempre resultan creíbles (como “pero”, esos momentos en que resulta demasiado evidente que un pequeño cambio echaría por tierra toda la película…), pues se basan en apariciones y desapariciones de personajes que normalmente sorprenden, que no están especialmente rebuscados  y que mantienen la tensión durante toda la cinta. Los pequeños guiños a películas de Hollywood están presentes, y cohabitan muy bien con los rasgos propios del lugar, que resultan muy exóticos y atractivos. El lenguaje de los personajes, por ejemplo, y para alguien que nunca ha visitado Paraguay, resulta motivo suficiente para prestar atención a los diálogos; se intuyen unos ingredientes en él, como el español, el inglés y toques indígenas, que dejan al espectador pasmado ante el cierto exotismo y la complejidad.

Celso Franco y Lali Gonzalez en 7 Cajas

Celso Franco y Lali Gonzalez en 7 Cajas

El reparto funciona dentro del ambiente que se nos propone. El chaval protagonista consigue que empaticemos con él desde el primer minuto, y mezcla muy bien fragilidad, sensibilidad y dureza sin la que no podría sobrevivir. Su compañera en la película (Lali Gonzalez) sorprende rápidamente por su inteligencia y convence de que tiene que estar de nuestro lado tanto al chaval como al espectador. Los distintos “villanos” que por un motivo u otro hacen de la misión encomendada una tortura, son bastante diferentes entre sí, pero casi todos están a medio camino de ser lamentables y peligrosos, pero siempre con algún toque entrañable que nos hace poder comprenderlos un poco mejor y sonreír en alguna ocasión.

7 cajas es una película bienvenida, un tanto ingenua, humilde pero muy bien resuelta, y que supone un gran entretenimiento que desprende cierta simpatía. La mezcla de acción, sentido del humor, drama y violencia (todas éstas en dosis justas) funciona perfectamente, y uno de los pocos inconvenientes que tiene es que no sabemos a qué género corresponde por su abundancia de pequeños elementos. Una muestra más de que lo primero para hacer una buena película es el material humano, ganas y talento, y que partiendo de ahí se pueden hacer cosas decentes y frescas. La pirotecnia, por mucho que hoy parezca casi imprescindible, es simplemente una herramienta más, que aquí brilla por su ausencia y casi se agradece.

Lo mejor: La película desprende simpatía y entretiene, que es lo que básicamente pretende. La mezcla de géneros de una forma tan humilde resulta casi entrañable. Lo exótico que muestra es un punto de atención para el espectador.

Lo peor: Por abundancia de referencias y momentos diferentes, no acaba de encuadrarse en ningún sitio, quedando un tanto difusa. Algunos actores flojean, aunque siempre de forma perdonable.

Puntuación: 7/10

Ficha artística y técnica

Paraguay. Dirección y guion: Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori. Interpretes: Celso Franco (Víctor), Lali Gonzalez (Liz), Nico García (Luis), Mario Toñanez (sargento Osorio), Nelly Davalos (Tamara), Roberto Cardozo (Gus). Producción: Maneglia Schémbori. Música: Fran Villalba. Fotografía: Richard Careaga. Montaje: Juan Carlos Maneglia y Juan Sebastián Zelada. Dirección artística: Carlo Spatuzza.

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