
Recuerdo muy bien la primera vez que jugué a God of War en la extinta PlayStation 2. Recuerdo disfrutar machacando botones, destruyendo hordas de enemigos y disfrutando de una historia que, por aquel entonces, creo que era algo secundario. Años después volví a pasarme la trilogía original (también la precuela God of War: Ascension) y descubrí que había mucho...