Sin lugar a duda era una de las cintas más esperadas en el Festival de San Sebastián, después de haber cosechado buenas opiniones de prensa y público con Que Dios nos perdone, Rodrigo Sorogoyen regresa al Zinemaldia con su película más esperada, El Reino. Y es que este segundo día de festival solo ha podido eclipsar a Sorogoyen dos perlas, Cold War, de Pawel Pawlikowski, y Un asunto de familia, de Hirokazu Koreeda.
El Reino es la cinta, a mi entender, más redonda del realizador madrileño. En ella, toma como referencia las últimas noticias sobre la corrupción, pero elabora una trama propia y bastante sólida, en donde, Antonio de la Torre se convierte en un político que vera como le salpica todo de la noche a la mañana, y descenderá a los infiernos en busca de un perdón. Sorogoyen no juzga a los personajes, los deja hacer y somos nosotros los que juzgamos a sus personajes. Thriller, acción, drama y humor, todo ello casa perfectamente con lo que propone el cineasta. Además, el elenco elegido para la cinta no puede estar más bien elegido: Antonio de la Torre, Bárbara Lennie, Luis Zahera, Nacho Fresneda o Ana Wagener.
Y después de haber visto como Rodrigo Sorogoyen tambaleaba todo el Zinemaldia, ha llegado el turno de las perlas. La primera, Cold War. Se puede decir rápidamente que estamos ante una de las obras de arte más impactantes de los últimos años. Pawel Pawlikowski, quien ya sorprendió con Ida, nos lleva a plena Guerra Fría donde no solo se vivía intensamente un conflicto en las sombras, sino que también, en el amor, esa guerra fría quedaba reflejada en nuestros dos protagonistas, que verán como su relación pasará por varias etapas. La cinta está realizada con tal amor y pasión por lo que se hace que te quedas embelesado al primer momento, después, a ritmo de diferentes canciones, todo fluye de manera natural y perfecta.
Superar Cold War es difícil, pero Mirai, de Mamoru Hosoda, lo intenta con una historia entrañable, vivida por todos y por la que muchas familias tienen que pasar: El enseñar al hermano mayor que no es menos que el pequeño. Hosoda cuenta la historia a través de momentos ilusorios, como escapatoria para el niño, y a través de la historia de las personas de su familia, momento que tiene su cumbre al final de este y que se convierte en un momento especialmente bonito y emotivo que hará que más de uno saque una lagrimilla.
Y el cierre a la sección oficial lo ha puesto Brillante Mendoza con Alpha: The right to kill, una cinta que tiene buena factura técnica está bien dirigida pero que la hemos visto millones de veces en el cine o en la tele. No llama especialmente nada la atención, no aburre, eso si, pero como digo es una historia que se ha visto millones de veces y que pasará con más pena que gloria por este Zinemaldia.
Y a pesar de que el cierre este día de sección oficial ha sido más bien decepcionante, lo que no es decepcionante, nunca, es Hirokazu Koreeda. El director japonés, que nunca falta a su cita en el festival, viene después de ganar la Palma de Oro y ser uno de los agraciados, este año, con el Premio Donostia a toda su carrera. En Un asunto de familia, Koreeda nos habla de la familia, de esa familia que no es de sangre, sino aquella que nos creamos nosotros mismos. Y lo hace de una manera especial, siendo natural, siendo honesto con lo que cuenta y haciendo que el espectador sea testigo de como se mueve a la hora de contar una historia familiar. Además, es la última vez que veremos a Kirin Kiki, una de las actrices más queridas en Japón y que este año nos ha dejado. Koreeda sigue siendo un genio, por mucho tiempo que pase, y que nos siga regalando joyas como esta.